Si preguntamos a cualquier profesor, estudiante o familia, es sencillo darse cuenta de lo difícil e intensa que ha sido la experiencia escolar vivida durante el último año y medio. El cierre de los centros educativos provocado por la Covid-19 y las condiciones excepcionales en que se ha desarrollado el curso 20-21 han planteado retos fundamentales a los sistemas educativos a lo largo y ancho del mundo.
Para conocer mejor cómo ha funcionado el curso 2020-21 en Europa, el pasado invierno se lanzó desde el Centro Común de Investigación (Joint Research Centre, JRC por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea un estudio en 5 países: España, Dinamarca, Estonia, Hungría y Rumanía).
En el marco de este estudio cualitativo se ha entrevistado a autoridades educativas, directivos de centros escolares, profesores, familias y ONG implicadas en el ámbito educativo. La premisa del estudio es que los procesos de adaptación, cambio e innovación implementados durante este curso no solo dan respuesta a una situación excepcional, sino que también pueden permitir extraer lecciones para el futuro de la educación.
Antes de este estudio, los investigadores educativos ya habían analizado extensamente la respuesta de emergencia dada durante la primavera de 2020. A nivel europeo, el JRC promovió una línea de investigación centrada en la estimación del posible impacto del cierre de escuelas en educación, incluyendo variaciones por entorno socioeconómico y el país del alumnado.
Las tecnologías digitales, muchos pasos por detrás
Además, también se llevó a cabo una investigación para comprender a tiempo real cuál era la situación de la educación a distancia y el uso de las tecnologías digitales por parte del alumnado para aprendizaje, ocio y socialización y cómo las familias gestionaron la educación a distancia.
Pero saber cómo había sido la respuesta durante el cierre de centros de la primavera de 2020 no era suficiente. El nuevo curso 20-21 llegaba y la respuesta de emergencia no podía seguir siendo la norma. Todos conocíamos mejor al enemigo y los países habían tenido tiempo para aprender de la experiencia y planear mejor el curso. España también.
Los resultados del estudio español derivan de entrevistas en profundidad a 34 participantes (6 madres o padres, 9 miembros de equipos directivos, 4 estudiantes y 15 profesores) y nos muestran una gran preocupación sobre cómo evitar pérdidas de aprendizaje garantizando al mismo tiempo las medidas de contención del virus.
España, un caso excepcional
De hecho, el caso español es, dentro del panorama internacional, bastante excepcional, y analizar la situación durante el curso 20-21 nos permite aprender más sobre cómo combatir la pandemia y mejorar nuestros sistemas educativos en toda Europa.
La excepcionalidad española comienza a finales de agosto, cuando las autoridades educativas tomaron de manera definitiva y por consenso la decisión de mantener los centros educativos abiertos y la docencia presencial, al menos hasta segundo de Educación Secundaria Obligatoria.
Para ello, los centros debían definir su protocolo Covid, que incluía la coordinación de estos con los centros de salud, así como distintas medidas de seguridad e higiene que afectaban al funcionamiento en todo el colegio (distancia interpersonal, movilidad interior, limpieza reforzada de las instalaciones, toma de temperatura, protocolo de actuación en caso de contagio, etc.).
Estos protocolos Covid han determinado el desarrollo del curso escolar en cada centro educativo. Como conclusión general, los centros parecen haber sido espacios seguros que no han contribuido de manera significativa a la expansión del virus al mismo tiempo que se ha podido avanzar con bastante normalidad en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Para ello ha sido necesario un compromiso estricto del profesorado, el alumnado y el personal del centro con el protocolo, que hoy podemos afirmar que ha sido realmente modélico.
El protocolo Covid: ventajas e inconvenientes
Por otro lado, el cumplimiento con el protocolo Covid también ha generado dificultades y problemas. En primer lugar, la obligada distancia interpersonal y la reducida movilidad en el aula han favorecido estrategias metodológicas más centradas en la lección magistral que en estrategias innovadoras como el aprendizaje cooperativo o el aprendizaje basado en proyectos, que este año parecen haber quedado en suspenso.
Sin embargo, los desdobles de los grupos de estudiantes y la presencia de más docentes (gracias al llamado “profesorado Covid”) han permitido trabajar con una ratio más reducida. De manera unánime, el profesorado y el alumnado participante en la investigación señalan que la ratio reducida, así como el ajuste del currículo a sus elementos más nucleares, dadas las circunstancias de tiempo y espacios disponibles, han permitido compensar algunas de las dificultades generadas por la pandemia y el protocolo Covid.
No obstante, los problemas estructurales previos a la pandemia y la necesidad de que el profesorado haya atendido los desdobles de aula han provocado que quienes más han sufrido educativamente durante este curso 20-21 hayan sido, precisamente, quienes más ayuda y apoyo necesitan: los estudiantes en situación de vulnerabilidad y el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo.
En este sentido, es necesaria una evaluación en profundidad de las estructuras y los recursos para la atención a la diversidad en España. El compromiso con la inclusión educativa y la equidad son fundamentales para garantizar también la calidad del sistema educativo y para ello se necesitan actuaciones en la línea del programa PROA+, bien valorado por las personas participantes en la investigación.
Mención aparte requiere la situación a partir de tercero de la ESO. En aquellos centros que no contaban con espacios o docentes para atender al alumnado de mayor edad siguiendo las recomendaciones sanitarias, las autoridades educativas abrieron la posibilidad de la docencia no presencial. Por este motivo, en muchos centros se optó por una escolarización semipresencial para este alumnado, con alternancia de días o de horas, lo cual ha generado en muchos casos situaciones de docencia presencial para un grupo de estudiantes en el aula y virtual para otro grupo de estudiantes que permanecían en sus domicilios.
Críticas de estudiantes, docentes y familias
En general, tanto los docentes como el alumnado y sus familias son muy críticos con esta organización de la docencia. Entienden que la alternancia no ha funcionado de manera satisfactoria y existen quejas sobre las dificultades del alumnado para mantener sus rutinas y su ritmo de trabajo, contribuyendo a generar ansiedad y dificultades de aprendizaje entre el alumnado de los últimos cursos de Secundaria y Bachillerato.
Por otro lado, tanto la experiencia de la “escuela confinada” del curso 19-20 como el desarrollo del curso 20-21 han contribuido a la toma de conciencia sobre la importancia de la competencia digital para toda la comunidad educativa. Además, también han servido para revisar las infraestructuras tecnológicas en muchos centros y se ha puesto en valor el uso de las plataformas virtuales de aprendizaje como complemento para la docencia presencial.
Según los datos de la investigación, resta dar un paso más con la tecnología para que esta contribuya, no solo al envío y recepción de tareas por medio de una plataforma, sino a un aprendizaje más significativo, profundo y memorable.
En todo caso, el curso escolar se cierra con la sensación de que el enorme esfuerzo realizado por la comunidad educativa ha merecido la pena. Los centros educativos han sido seguros y se han convertido en garantes de igualdad y del derecho a la educación a pesar de los problemas estructurales y las dificultades.
Precisamente tener una imagen tan clara de los problemas y las dificultades experimentadas nos puede permitir, a pocas semanas del nuevo curso escolar, intentar acometer las reformas y los planes de actuación para afrontar estos retos y mejorar el sistema educativo tanto para garantizar una educación de calidad a todo el alumnado como para estar preparados ante la eventualidad de nuevas situaciones de crisis que puedan acontecer en el futuro.
Fuente: theconversation.com