La transformación digital es una realidad en el mundo actual. Muchas empresas están modificando su manera de operar, vender, procesar y dirigir, basados en la cultura digital. Esta lógica, con sus mecanismos y herramientas, ha cuestionado profundamente el modo de operar en las instituciones educativas que al parecer han ido encontrando más preguntas que respuestas.
La transformación digital podría convertirse en el gran revulsivo de la educación tanto en aspectos administrativos como académicos. Los medios digitales son y serán capaces de impulsar la cultura de la innovación, el desarrollo profesional de los docentes, la eficiencia en la gestión de instituciones, el trabajo colaborativo, la velocidad de respuesta y el análisis de datos para la correcta toma de decisiones, entre muchas otras cosas.
Otra faceta de esta revolución digital tiene que ver con el modo de relacionarse con las comunidades de estudiantes, que se organizan a través de las redes y utilizan diversas plataformas para dialogar con los mundos de la política, la cultura, el deporte y otras realidades humanas. Está por verse si las instituciones educativas logran capitalizar el uso de las redes, quizá creando otras más específicas para su realidad, de tal modo que se faciliten los puntos de contacto entre sus distintos actores. Este medio sería, sin duda, una fortaleza de la red de universitarios a nivel mundial, donde podrían unirse por causas comunes en el planeta, como lo hacen actualmente con los temas ecológicos y sustentables.
Por otra parte, la transformación digital puede influir también en la reformulación de contenidos y en los modos de acercarse al conocimiento. La realidad virtual, la impresión 3D y la inteligencia artificial están influyendo en el modo de acceder al conocimiento, pero en el futuro tendrán que cambiar, también, los contenidos de muchos planes de estudio.
El uso habitual de internet por millones de personas ha propiciado el desarrollo del internet de las cosas, que es capaz de conectar dispositivos y objetos entre sí, rompiendo las fronteras de espacio y tiempo. Este fenómeno, significativo para el comportamiento social y empresarial, al grado de convertirse en una revolución industrial, representa una oportunidad y amenaza para el mundo de la educación ante el cual quizá no estemos lo suficientemente preparados.
En contraparte, hay que decirlo, no todas las aplicaciones o plataformas digitales son beneficiosas. Precisamente, la gran pregunta en el mundo de la educación no es de índole tecnológico, sino prudencial: saber qué, cómo, cuándo y dónde se debe utilizar, de tal modo que maximicemos sus beneficios y no perdamos el resto de realidades tan necesarias para nuestro desarrollo, pleno e integral, como seres humanos.
Al mismo tiempo, la tecnología no puede, por sí misma, generar una visión compartida en un país, escuela o universidad ni lograr la equidad social o la inclusión, tampoco es garantía de mejorar los resultados académicos por sí misma y mucho menos de garantizar el bienestar de los alumnos. Únicamente el liderazgo humano es capaz de encausar esta poderosa realidad.
Hace no tanto siglos, la educación solía ser personalizada, uno a uno, basada, en buena medida, en sistemas de mentoring o preceptoría. El modelo napoleónico de educación masiva, emulando las fábricas, se propagó en el siglo XVIII y ha generado algunos problemas en cuanto a despersonalización de la educación, al tiempo que ha conseguido importantes logros en cuanto a la movilidad social y a la llamada democratización de la educación.
Precisamente en este punto es donde entra, en mi opinión, el apasionante reto de la transformación digital y los líderes educativos: ¿serán capaces de avanzar de modo significativo en educar a mayores porcentajes de la población y, al mismo tiempo, ser más profundos en el conocimiento y personalizar la educación para verdaderamente sacar lo mejor de cada uno?
La tecnología permitiría eficiencias en el aprendizaje y ampliaría sus posibilidades en los aspectos de personalización. Sin embargo, el verdadero reto de la llamada transformación digital consistirá en poder capitalizar sus medios para apuntalar el conocimiento de los alumnos y, al mismo tiempo, personalizar sus experiencias educativas, integrándose en un ecosistema educativo armónico, donde se garantice la correcta aproximación a medios y fines y donde las personas se involucren directamente en el trato con los estudiantes de tal modo que se consiga educar y no sólo instruir.
Fuente: excelsior.com