La tecnología educativa ha seguido una narrativa predominante desde hace tiempo, la idea de que los avances tecnológicos sólo automatizan procesos de aprendizaje en la educación. Sin embargo, delimitarla implicaría subestimar su impacto. Desde sus orígenes, no siempre explícitos, la EdTech (del inglés Educational Technology ) consiste en descubrir maneras en que la tecnología puede sumar a la educación mejorando estratégicamente la formación académica.
Aunque existen diversas herramientas que perfeccionan y optimizan las labores de los docentes dentro del aula, en ocasiones estos mecanismos no son suficientes si no se aplican con un fin específico. Tiffany Ott, directora de desarrollo curricular de Teach Better Team asegura que la tecnología educativa no hará ninguna diferencia si no conlleva un propósito; describe que independientemente de la herramienta tecnológica que se prefiera aplicar, lo que importará es cómo se utilice, si sirve un propósito y sobre todo si mejora el proceso de aprendizaje sin meramente sustituir las formas en que se enseñaba y aprendía anteriormente.
Heath Morrison, presidente de McGraw-Hill Education School Group, explica que la “purposeful technology ” (tecnología con propósito) tiene el potencial de transformar el ambiente de aprendizaje debido a que produce eficiencia al optimizar el tiempo en realizar las tareas dentro del salón de clases y conduce al aprendizaje personalizado, con la creación de una plataforma en la que estudiantes dirigen su conocimiento y con ayuda de estadísticas hace posible monitorear el progreso de cada uno.
La tecnología con propósito se enfoca en extender las habilidades de los docentes en lugar de reemplazar su valor. El especialista Gerald M. DiGiusto plantea que la decisión de adaptar el uso de tecnología a un programa académico debe estar respaldada en un plan y justificación de su rol (a través de las preguntas: ¿para qué? y ¿cómo?). Este acercamiento es conocido como “purposeful learning” o aprendizaje con propósito, mismo que se basa en la idea de que el alumnado está al centro de la experiencia educativa. Más allá de considerar tareas específicas, maestros y alumnos colaboran en conjunto a fin de establecer y alcanzar metas, puesto que si el estudiantado ayuda a definirlas obtendrán la motivación necesaria para practicar y dominar las habilidades y conocimientos que adquieran.
Mientras no exista un plan definido para añadir la tecnología como facilitadora de procesos y aprendizaje, estas plataformas o dispositivos pueden distraer y afectar los esfuerzos de los estudiantes. Para incorporar la tecnología educativa, DiGiusto recomienda seguir tres pautas:
La tecnología debe ser opcional, no obligatoria, los estudiantes pueden apreciar sus beneficios y escoger utilizarla.
Enriquecer la interacción estudiante-docente con retroalimentación.
Debe ser incluyente en un ámbito social, favorecer un vínculo y generar recursos que aumenten la calidad del aprendizaje sin alienar.
El Centro de Enseñanza y Aprendizaje Innovadores de la Northern Illinois University propone a los maestros preguntarse, al momento de definir el tipo y uso de tecnología, si ¿todos los estudiantes tienen la misma capacidad para acceder y utilizar todas las formas de tecnología dentro del aula? Esta consideración ayuda a identificar si las herramientas tecnológicas son asequibles y accesibles para quienes conforman un grupo determinado. Si se toman en cuenta todos los factores, la tecnología puede contribuir a transmitir conocimiento, por ejemplo, al crear una presentación para una clase que incluye personas con discapacidad debe cuidarse la longitud del texto y tono de voz, así como utilizar imágenes, audios o subtítulos según se requiera y se adapte a diferentes necesidades.
Según Acer for education , la tecnología puede ayudar a satisfacer distintas necesidades de diversas maneras. Aunque para la educación realmente efectiva no existe una solución única que siempre aplique para todos, existen algunos otros casos a considerar como estudiantes con dislexia, con problemas de la vista, cuando el material está en el segundo idioma del alumno, incluso estudiantes con situaciones familiares de ingresos bajos a quienes la lectura puede quedarles por debajo de su grado. Considerar varios contextos y diseñar estrategias que resulten funcionales para todos, como incorporar un diccionario virtual, puede contribuir a brindar equidad en las oportunidades de aprendizaje.
La estrategia del aprendizaje con propósito coadyuva a expandir la capacidad de aprendizaje, si se aplica de forma adecuada y con base en distintas necesidades, al generar voluntad propia en el estudiantado en ser participantes activos en el proceso de enseñanza, al tiempo en que mejoran su rendimiento y desarrollan relaciones interpersonales productivas.
Fuente: Pixabay
Aprendizaje a la medida
De acuerdo con el Houghton Mifflin Harcourt’s annual Educator Confidence Report , que encuestó a más de 1,200 educadores estadounidenses, el 80 % de los docentes calificó el aprendizaje personalizado como uno de los tres elementos más importantes que transformarán la enseñanza y el aprendizaje en el futuro.
Janet Pittock y Cassondra Corbin-Thaddies, directoras de McGraw-Hill Education, recomiendan contemplar el personalized learning (PI) como un proceso activo de colaboración entre estudiantes y maestros para definir necesidades, planificar y diseñar el modelo de aprendizaje que varía en el espectro desde lo tradicional hasta lo innovador.
En salones de clases que se integran por una cantidad menor de estudiantes es más sencillo implementar el aprendizaje personalizado, pero escalarlo a un aula con una cantidad mayor representa un desafío por la amplia serie de necesidades e intereses. Incluso si las y los alumnos se concentran en grupos con edades similares sus habilidades no serían lo suficientemente parecidas para cumplir con sus necesidades. No obstante, las directoras sugieren que la tecnología por medio de un plan podría ser un habilitador clave con el propósito de extender la capacidad de los docentes para crear engagement con sus alumnos de forma individual.
Sin embargo, las autoras de la guía Personalized Learning: The Journey to Student-Centered Instruction indican que la presencia de la tecnología en la educación no garantiza una experiencia personalizada ni con suficiente enganche y compromiso a excepción de que se planifique su uso desde su propuesta del modelo SAMR (substitution, augmentation, modification and redefinition ).
Sustitución : abarca una situación donde la tecnología se utiliza directamente como un reemplazo de una tarea que normalmente no se llevaría a cabo sin tecnología. (Ejemplo: el alumno descarga un documento para resolver las preguntas y lo envía por correo).
Aumento : el uso de la tecnología es más efectivo que ejecutar una labor sin la tecnología. (Ejemplo: la alumna contesta un examen en línea que le da retroalimentación automática de las respuestas correctas o incorrectas).
Modificación : a diferencia de los primeros dos modelos que sólo realzan la experiencia educativa, este introduce un rediseño funcional de una tarea y la transforma a una que no es posible realizar sin tecnología. (Ejemplo: la alumna presenta un examen con problemas prácticos que proveen instrucción y conocimiento).
Redefinición : permite la creación de nuevas tareas de aprendizaje que se convierten en inconcebibles de realizar sin tecnología. (Ejemplo: el alumno crea una lección con apoyo audiovisual para que sus compañeros comprendan el tema).
Al final, la tecnología educativa puede aplicarse dentro de distintos sistemas para realizar mejoras, pero sólo siendo adoptada con propósito es que tendrá un impacto a largo plazo en la metodología de aprendizaje del estudiantado. De esta manera la EdTech podrá brindarles la posibilidad de llevar a cabo sus labores enfocándose en sus gustos, habilidades y metas, y así estimular el aprendizaje continuo.
Fuente: Nohemí Vilchis/ observatorio.tec.mx