Pasaron del modo presencial tradicional a ofrecer múltiples servicios, con material tanto físico como electrónico, encuentros y actividades online, dando prioridad a las necesidades de los usuarios, su autonomía digital y la optimización del tiempo. Está claro que las bibliotecas ya no volverán a ser las mismas.
Pamela Menay, directora de la Red de Bibliotecas de la Universidad San Sebastián (USS), cuenta que cuando llegó la pandemia en 2020, el año universitario estaba recién comenzando. Ello implicó -de un día para otro- adecuar el funcionamiento de todas las bibliotecas en las diferentes sedes de esta casa de estudios en: Santiago, Concepción, Valdivia y Puerto Montt. “Todo el equipo altamente comprometido, trabajó fuertemente para que nuestros usuarios pudieran utilizar los recursos de información en este nuevo escenario”, comenta.
Antes del Covid-19, el uso de las bibliotecas era principalmente de manera presencial. No obstante, desde 2009, la Red de Bibliotecas USS venía implementando un sistema de acceso a distintos tipos de materiales electrónicos y la suscripción a bases de datos. Incluso desarrolló el programa de Alfabetización en Información (ALFIN).
Las bases de datos albergan información de miles de revistas y publicaciones en línea, que se renuevan periódicamente. Además, a través del multibuscador de la página web, también es posible acceder a recursos académicos y científicos: desde revistas, libros y material que responde a los programas de las asignaturas de los alumnos y material específico para docentes e investigadores.
A partir de la pandemia, se potenció aún más esta plataforma, que actualmente cuenta con 65 bases de datos, 55 mil publicaciones en texto completo, una colección de más de 11 mil libros electrónicos y más de 900 libros digitalizados.
“Ha sido un proceso bien interesante, porque evidentemente los servicios van cambiando, y en ese sentido el usuario también ha ido exigiendo mayor rapidez o que el material que necesite esté en otro soporte. Para ello, nosotros hemos ido evolucionando a una biblioteca híbrida. Es decir, que parte de la colección está en formato impreso y muchos otros recursos en formato electrónico”, señala Pamela Menay.
Marcela Valdés, en tanto, es la directora de La Biblioteca de Santiago, y cuenta que la historia de este recinto se remonta al año 1928, cuando comenzó su construcción a cargo del arquitecto Raúl Sierralta. El edificio, ubicado en plena Avenida Matucana, es considerado Monumento Histórico Nacional, el cual fue remodelado y reinaugurado el 2005. Sus colecciones reúnen más de 70 mil títulos, repartidos en más de 310.126 ejemplares en formato libro, revista, cómic, DVD, audiolibro, entre otros.
Dice que después de que la biblioteca debió cerrar debido a la pandemia, abrieron canales digitales e iniciaron un rápido proceso de innovación digital, donde transformaron sus tradicionales cuentacuentos, talleres y recomendaciones de libros a un formato en línea.
“Incluso hemos realizado seminarios, eventos en línea, donde ha existido una interesante participación, como por ejemplo el Encuentro Internacional de Editoriales Cartoneras. También elaboramos una serie de contenidos que han sido un aporte para la comunidad”, informa la también comunicadora social.
Carlos Maillet, a su turno, dirige la Servicio Nacional del Patrimonio Cultural -perteneciente al Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio-, del cual depende la Biblioteca Pública Digital (BPD). El ejecutivo dice que este proyecto vio la luz a fines de 2013 como una plataforma en línea para el préstamo de libros digitales mediante su descarga en PC o en dispositivos móviles. Es un servicio gratuito dirigido a todas las personas que habitan en Chile, como también para chilenos residentes en el extranjero.
En el 2020, en pleno año de pandemia, Maillet afirma que tuvieron casi un millón de visitas en el sitio web de la BPD, lo que implicó un incremento del 13% en comparación al 2019. Además, se concretaron 573.949 préstamos, lo que equivale a un incremento del 46% en relación con el año anterior. Entre los títulos más solicitados -dice- durante la pandemia, destaca 1984 de George Orwell, con más de 3600 préstamos.
La BPD mantiene un trabajo asociado con la Biblioteca de Santiago y Bibliometro, y cuenta con una aplicación virtual disponible para iOS y Android. En total, tiene una colección que rodea los 17 mil títulos, distribuidos en 70 mil ejemplares, compuestos mayoritariamente por libros en formato electrónico (EBooks), y en menor medida audiolibros y videolibros. Los libros se pueden pedir prestados durante 14 días hábiles, renovables por 7 días más.
Estas tres instituciones debieron innovar sobre la marcha, pues no estaban preparadas ciento por ciento para acometer una revolución digital en su funcionamiento.
En este sentido, la Red de Bibliotecas de la USS en primer lugar dispuso el acceso remoto a todos sus recursos electrónicos, a través de solo una autentificación, habilitó un canal de chat en el sitio web, donde los jefes de biblioteca y bibliotecólogos referencistas, que otrora ayudaban de forma presencial a los usuarios, pudiesen seguir asistiendo a los estudiantes para encontrar la información que requieren en las bases de datos y/o en todos los recursos disponibles en la página.
Pamela Menay destaca que, durante el 2020, tuvieron más de 21 millones de búsquedas a través del multibuscador donde lo más solicitado fue material referente a la bibliografía obligatoria de los estudiantes y recursos en torno al Covid-19.
Por otro lado, la directora dice que los talleres, que antes se impartían de forma presencial, contaron con aún más participación en su formato online: a lo largo del año realizaron 435 talleres que tuvieron 8.850 participantes, casi un 40% mayor al 2019. Dentro de la oferta de Talleres de Alfabetización en Información, la bibliotecóloga destaca que los asistentes inscritos conocen las diferentes bases de datos, cómo buscar información a través de las herramientas disponibles para que los resultados obtenidos sean pertinentes, así también cómo usar la información y las normas para referenciar y respetar el derecho de autor. Los talleres están disponibles para estudiantes y académicos.
“En nuestra página web también hay guías y tutoriales que hemos preparado para que los usuarios sepan utilizar diferentes recursos, gestores de información, servicios en línea, los contactos para que se comuniquen con las diferentes bibliotecas, con sus jefaturas, y también el link para el canal YouTube que tenemos, donde están los videos de todos los talleres que se han realizado”, dice la profesional.
En el caso de la Biblioteca Pública Digital, más de 30 mil préstamos virtuales estuvieron asociados a la Biblioteca de Santiago, superando los 16 mil del 2019.
Marcela Valdés explica que “en medio de la pandemia potenciamos mucho más el espacio digital. Teníamos algunos contenidos en internet, pero indudablemente no era nuestro fuerte, porque las actividades de la biblioteca eran principalmente presenciales. Desde la pandemia en adelante empezamos a armar todo este ecosistema digital para potenciar los contenidos”, afirma.
En cuanto a los talleres online impartidos por la biblioteca, Valdés afirma que las distintas actividades relacionadas al fomento de la lectura, escritura y aprendizaje de idiomas tuvieron éxito, y que incluso se coparon algunas inscripciones. A su vez, también realizaron festivales de teatro online durante este verano, que planean repetir en el próximo invierno.
“Tenemos un equipo de trabajo que es muy top. En los cuentacuentos se hace una conexión en una plataforma y normalmente los cuentos, cuando están en vivo, están asociados a un taller de actividades manuales. Cuando son grabados, los subimos a nuestro canal de YouTube y son cuentos generalmente cortos, no suelen durar más de cinco minutos”, explica la directora de la Biblioteca de Santiago.
Este año, tanto la Biblioteca de Santiago como la Red de Bibliotecas USS abrieron sus puertas de forma parcial, y funcionarán bajo un sistema híbrido, potenciando los canales digitales y, en menor medida, atendiendo a un público limitado dentro de horarios acotados.
La Biblioteca de Santiago comenzó a atender al público el martes 9 de marzo, con un aforo inicial de 50 personas, donde las personas no podrán sobrepasar las dos horas de estadía. “Tenemos esta doble modalidad, mientras esperamos que la crisis sanitaria vaya disminuyendo, e ir aumentando el aforo a la biblioteca. Nuestra intención es hacer actividades al aire libre, todo lo que nos permita la fase en la que se encuentra la comuna”, expresa Marcela Valdés.
En cambio, desde la USS, Pamela Menay dice que su objetivo es potenciar el uso de los servicios y recursos disponibles como también la participación de la comunidad estudiantil en los Talleres ALFIN, para que los usuarios puedan utilizar los recursos de información de manera exitosa y cada vez con mayor autonomía. Además, destaca la importancia de la optimización del tiempo, especialmente en pandemia. “Hoy día, lamentablemente, el tiempo es un recurso cada vez más escaso y en ese sentido nosotros tenemos que tratar de entregar la respuesta precisa en el momento que los usuarios lo requieren”, dice.
“Trabajamos por potenciar los servicios de la Red de Bibliotecas USS hibrida, es un proceso, una transición, en realidad, porque vamos sumando a nuestra colección impresa nuevos recursos electrónicos y digitales. Nuestra colección no es 100 por ciento impresa, ni 100 por ciento de material electrónico. Aquí se conjugan las dos cosas, por eso es un proceso. A nivel de Red de Bibliotecas USS, nosotros siempre estamos capacitándonos con los nuevos recursos que ofrecen los proveedores, capacitándonos en los mismos talleres que se realizan”, concluye.
Fuente: latercera.com