La Inteligencia Artificial generativa utilizada con sentido didáctico puede convertirse en una valiosa herramienta para desarrollar propuestas inclusivas en el aula. La Lic. Mariana Ferrarelli explica las potencialidades de este recurso y reflexiona sobre las tensiones que se ponen en juego a la hora de utilizarlo en el ámbito educativo.
En medio de la polémica, los interrogantes y los desafíos que presenta la irrupción de la inteligencia artificial, hay también una puerta abierta llena de posibilidades para la educación, y especialmente para los procesos inclusivos que intentan gestarse en el aula.
Sobre este potencial AIRE dialogó con Mariana Ferrarelli, licenciada en Ciencias de la Comunicación y magíster en Metodología de la Investigación Científica; diplomada en Inteligencia Artificial y Sociedad; docente y consultora tecnopedagógica en distintas instituciones donde diseña y acompaña proyectos digitales.
El potencial inclusivo de las tecnologías (no tan) emergentes
Ferrarelli explica que hay muchas inteligencias artificiales y advierte que, si bien hablamos de tecnologías emergentes, estas se vienen pensando desde la década del ’40 y el ’50 e incluso mucho tiempo antes.
Lo cierto es que más acá en el tiempo aumentaron su poder de cómputo y su capacidad para interactuar en la vida cotidiana, por ejemplo, a través de los algoritmos de las plataformas de streaming o en las redes sociales que procesan el comportamiento y hacen recomendaciones personalizadas.
En 2022, se lanzó masivamente la IA generativa que permite a los usuarios crear contenidos como textos, imágenes y videos. Ésta abre una serie infinita de posibilidades al alcance de un click y, según la especialista, tiene “potencial inclusivo”.
“Cuando hablamos de potencial pensamos en algo que puede suceder, que tiene cierto poder disponible. Pero para que este potencial inclusivo se despliegue es necesario un gesto: la decisión pedagógico-didáctica de los docentes. Es condición la mirada del educador que ve en estas herramientas la posibilidad de llevar agua para su molino”, destaca.
La comunicadora aclara que la tecnología por sí sola no es inclusiva y de hecho plantea algunas tensiones que emergen en torno a este tema. Por eso es vital la decisión del docente, el diseño que hace de las actividades y la forma en la que las pone en práctica.
“¿Necesitamos la inteligencia artificial generativa para la inclusión? La verdad es que podríamos diseñar clases inclusivas sin la necesidad de utilizar IA pero también es cierto que estas tecnologías aceleran o facilitan el proceso de inclusión una vez que lo decidimos nosotros como docentes”.
Propuestas adaptadas y flexibles
La inteligencia artificial presenta al docente un abanico de recursos didácticos y técnicas para preparar una clase inclusiva. Ferrarelli habla especialmente de la posibilidad de utilizar textos multimodales.
Si antes a los estudiantes solo se les ofrecía un texto escrito, ahora a través de una aplicación se les puede presentar el mismo material en formato de audio para que quienes necesitan escucharlo en vez de leerlo, puedan hacerlo.
Es decir, que desde una decisión pedagógico-didáctica, el educador es capaz de adaptar y flexibilizar las propuestas educativas, y que a su vez los alumnos pueden elegir de qué modo aprender. Este es el potencial inclusivo de la inteligencia artificial generativa.
“Una docente de cuarto grado tuvo la idea de simular que Belgrano le escribía una carta a sus estudiantes que iban a hacer la promesa a la bandera. Más tarde, a partir de una aplicación, transformó el texto en un audio. Como resultado, en el acto el prócer ‘en persona’ felicitaba a los chicos y les contaba lo orgulloso que estaba de ellos. Este es un ejemplo lindo y tierno, pero también se podría crear un avatar que asuma la personalidad de cualquier personaje histórico y a través de un chat tener experiencias con él. Hay proyectos que realmente funcionan muy bien, como el de Habla con la Historia (hablaconlahistoria.es). La recomendación es llevarlo al aula con un conocimiento previo, cuando se cierra una unidad didáctica o se termina un proyecto, chequeando siempre las respuestas”.
Herramientas para pensar la inclusión
La docente también reflexiona sobre la necesidad de repensar con los estudiantes acerca del lado B de la tecnología. La pregunta latente es si es posible pensar la inclusión educativa mediante tecnologías que no fueron diseñadas desde una perspectiva inclusiva.
Asegura que tiende a pensar que sí, pero sin dejar de señalar que las IA están diseñadas para funcionar mejor en inglés, que no tienen en cuenta perspectivas de género, que representan problemas ambientales y en términos de derechos laborales, y que mantienen lógicas comerciales que quizás no son las que predominan en el ámbito educativo.
“Todo esto está muy lejos de la inclusión que buscamos y hay que ponerlo en la mesa cuando pensamos diseños pedagógicos con tecnología”, alerta.
Por último, Ferrarelli alienta a dejar a un lado los planteos apocalípticos que suelen hacer ruido en las redes sociales respecto a la posibilidad de que las IA reemplacen la inteligencia humana y aquellos otros más utópicos que piensan que la tecnología es capaz de resolver todos los problemas.
Asegura que estas miradas no son centrales y que niegan la posibilidad de atender efectivamente a preguntas importantes.
“En cambio -reflexiona- podemos pensar en cómo aprovechar la IA para que las clases sean verdaderamente inclusivas y hacer uso del poder que está latente en su interior pero que no es capaz de desplegarse por sí solo.Es clave en este punto el rol del docente que puede utilizar las potencialidades de la tecnología a su favor para ofrecer a sus estudiantes experiencias relevantes, desarrollar aprendizajes realmente significativos y construir vínculos poderosos con el conocimiento”.
Fuente: Marina Zavala / airedesantafe.com.ar