Dr. Casimiro Méndez Ortiz. Senador de la República Mexicana, Doctor en Educación y Maestro de Educación Primaria.
Hoy se cumplen 6 años que fundamos la Escuela Primaria de Educación Indígena: «Profr. Leonel Calderón Villegas».
¿Por qué fundar una escuela? Sí yo trabajaba en una de las primarias con la mejor infraestructura de la zona. Se podría decir que, hasta con la comodidad de atender un sólo grupo, el 4°B.
Primero, porque veía a muchos niños que diariamente tenían qué desplazarse de su casa a una distancia de aproximadamente 3 km, para llegar a la escuela más cercana. ¡3 Km cargando una mochila llena de libros! Y de regreso, antes de llegar a la colonia, debían subir una cuesta de las más inclinadas de la ciudad. Ver el esfuerzo físico que realizaban madres y padres de familia para volver a la colonia, acompañados de toda la fuerza del sol, cargando con las mochilas de 2 o 3 de sus hijos al final de las clases, era una situación difícil.
Segundo, nuestra lucha siempre ha sido por la defensa de los derechos humanos. El derecho a la salud, el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda y el derecho a la educación.
Hace 6 años creí (como lo creo ahora), que la educación para todos los niños de México es un derecho fundamental y debe exigirse, no solicitarse. Nosotros no pedimos permiso a nadie para fundar la escuela, era una necesidad. La educación es la base de la justicia social, sin educación no hay nada. Aunque las condiciones sean adversas y la realidad no ayude mucho, los trabajadores solo disponemos de la voluntad para reconstruir nuestra realidad y en medio de la necesidad y la pobreza, solo se requiere voluntad para resistir y avanzar, no hay nada gratis, los sueños se cumplen con muchos meses y años de trabajo constante.
Amparados en la Constitución mexicana y en la Solemne Declaración de los Derechos Humanos, por la vía de los hechos, mediante la acción, decidimos en coordinación con algunos padres de familia fundar la escuela a mediados de enero del 2015, independientemente de las condiciones o limitaciones del contexto, nuestra determinación era clara. Garantizar el derecho a la educación para estos niños.
El reto que asumimos no era fácil, porque teníamos que buscar el lugar donde iba funcionar la escuela. El lugar me parecía bonito, pero no dejaba de ser un lugar duro y triste. Duro por los niveles de pobreza, triste porque no había una fecha, una cancha, un lugar especial para fortalecer y fomentar las relaciones sociales entre los vecinos.
Se decidió que la escuela se instalara en un espacio común, al centro de la colonia, junto a un barranco. Los planes de trabajo para impulsar la escuela, en coordinación con los padres de familia los iniciamos en noviembre del 2014, teníamos que empezar en enero. Todo diciembre y los primeros días de enero los usamos para limpiar y acondicionar el lugar.
Provisionalmente estaríamos trabajando en un pie de casa que nos prestaba un vecino de la colonia. Todo a condición de que esa casa pudiera albergar a 15 alumnos.
Y así arrancamos aquella fría mañana del 19 de enero del 2015, recuerdo que el primer día llegaron 12 alumnos de diferentes grados. En la calle tuvimos nuestro primer acto cívico, con una bandera gastada por los años, que me habían donado de otra escuela, para iniciar los trabajos con la solemnidad requerida.
A partir de ahí, nuestra función profesional se diversifica, ya no sólo atendía un grupo ahora era intendente, director, maestro, administrativo y gestor.
Los días corrían, y seguían llegando más alumnos, de inmediato tuvimos que abandonar el pie de casa que utilizábamos, para ocupar el espacio acordado para echar andar la escuela. En las primeras semanas se integraron 2 jóvenes maestros de nuevo ingreso, y hoy apreciados amigos, a reforzar el trabajo escolar.
Trabajamos a la sombra y protección de los árboles. Con cartones, retazos de hule, pedazos de madera y con láminas de cartón, levantamos los primeros salones.
En las siguientes semanas, se integran a presentar el servicio educativo a la comunidad, compañeras de educación preescolar e inicial de educación indígena. Esto consolida la oferta educativa. En la parte alta de la colonia funcionaba desde hacía algunos años, una escuela de educación medio superior.
Llega febrero con su concurso de escoltas escolares, no teníamos ni uniforme escolar, ni había uniformidad en la estatura de los niños que integraban esa nuestra primera escolta, pero aceptamos que nuestros alumnos participaran en ese concurso de escoltas, que se llevaría a cabo en la Primaria “Profr. Genaro Vázquez Rojas”.
Pudimos no haber participado, pero ¿cómo íbamos a mostrar a la comunidad escolar que nuestra escuela estaba destinada a ser grande? Solo participando en los grandes eventos de nuestra zona escolar, podíamos crecer.
En marzo del 2015, hicimos un festival y un desfile en conmemoración del natalicio de Don Benito Juárez, veíamos con mucho agrado la participación y el entusiasmo de los padres de familia en ese evento, los niñ@s de educación inicial y preescolar, con sus disfraces de mariposas, leones, árboles, flores, le daban una multicolor sonrisa a la colonia. Ya no era una colonia triste, por primera vez la colonia sonreía.
Llegó mayo del 2015, y teníamos que preparar el festival del día de las madres, a mis compañeros maestros aún no se les cubría su salario y a mí me estaban descontando injustificadamente más del 50 % de mi salario desde febrero. Pues no recuerdo ni como le hicimos, pero ese año hubo festival del día de las madres, por muy humildes nuestros regalos, pero todas alcanzaron un obsequio, y hasta un rico plato de pozole y agua fresca de limón para cada madre de familia y hasta las abuelitas alcanzaron.
Desde la fundación de la escuela, jamás descuidamos la gestión para la regularización del terreno, la construcción de sanitarios, la Clave de la Escuela (otorgada en 2017) y sobre todo la validación de los estudios de los alumnos ante la Secretaria de Educación Pública.
Al finalizar el ciclo escolar, egresan 5 alumnos, también hubo fiesta de clausura, los recursos jamás fueron un límite sobre la voluntad. Al final del año escolar, ya contábamos con 38 alumnos y para septiembre del 2015, arrancamos el nuevo ciclo escolar con más de 60 alumnos.
Aquellos primeros meses de la fundación de la escuela, aunque fueron meses de mucho trabajo, también fueron días felices y muy tristes, muy amargos al ver a los alumnos sin zapatos, sin dinero para comprarse algo a la hora del recreo, pero siempre procurábamos que todos los alumnos tuvieran algo para comer, una torta la partíamos a la mitad para que alcanzaran nuestros mermados recursos para todos.
Era muy duro. Recuerdo mucho que, de tanta acumular experiencias llenas de tanta pobreza en vidas tan inocentes, yo sentía que cualquier día y en cualquier momento nos iba a doblar la tristeza, y que me iba poner a llorar en el rincón más apartado de la escuela. Por lo pronto no había más que pasarse con saliva los nudos de la garganta y poder compartir la torta, un suéter, y la morisqueta con nuestros alumnos, no importaba que nos quedáramos sin dinero, eran vidas inocentes y estaba sufriendo de hambre y pobreza.
Recuerdo con mucha gratitud a los padres de familia y a los alumnos que confiaron en nosotros y nos brindaron su apoyo. Muchas gracias. No me olvido de nadie, a todos los recuerdo con infinita gratitud. A mis compañeros maestros, muchas gracias.
Tengo toda la certeza que al terminar mi trabajo legislativo volveré a trabajar en la gran Escuela Primaria «Leonel Calderón Villegas», yo creo que los cargos públicos son pasajeros y son del pueblo, no son propiedad de nadie para buscar la eternidad en el cargo, nosotros habremos cumplido nuestra tarea temporal en el Senado y regresamos a la escuela.
Pronto, muy pronto habrá buenas noticias para la escuela.
¡Felicidades!, maestras y maestros, alumnado y madres y padres de familia por esos 6 años de incansable lucha.