Según los expertos, el sistema educativo no puede dar la espalda al auge de estas plataformas, promoviendo, como mínimo, una utilización adecuada, consciente y responsable de las mismas.
La última Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnología de Información y Comunicación (TIC) en los Hogares 2020, realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), recoge que la utilización de las nuevas tecnologías por parte de los menores de 10 a 15 años está muy extendida: el 69,5% de la población de esa franja etaria dispone de teléfono móvil, frente al 66% de 2019. En cuanto a la participación en redes sociales, el informe apunta que las más utilizadas entre los jóvenes de 16 a 24 años son aquellas que tienen carácter general: Instagram, Facebook, Twitter o YouTube. Sin olvidar, según este documento, que el uso de TIC crece a medida que aumenta los años de los menores, sobre todo a partir de los 13. Una edad en la que niños y niñas cursan estudios de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Un hecho que hace del entorno educativo, en especial del aula, el espacio ideal para que el alumnado aprenda a utilizarlas de manera adecuada, y no solo en el ámbito académico, sino también fuera de él.
Antonio Pantoja Vallejo, profesor titular de universidad y responsable del Grupo de Investigación Ideo de la Universidad de Jaén, indica que la utilización de las redes sociales en el aula resulta una herramienta útil para los aprendizajes. Según este profesor, “las redes sociales (RRSS) y otras herramientas digitales del mundo del adolescente, integradas convenientemente en el proceso de aprendizaje, ayudan a que el trabajo en las aulas sintonice con lo que se hace fuera de las mismas. Las redes sociales o los grupos de WhatsApp, que a la postre funcionan de manera similar, van a permitir al docente llevar a cabo propuestas innovadoras donde sus estudiantes se sientan seguros, favoreciendo que la dinámica de trabajo no termine en el horario escolar”. Por eso es importante que el docente desarrolle habilidades que le permitan “plantear proyectos o retos a superar en forma de problemas que incrementen la motivación en el alumnado. Por ejemplo, mediante el método aula invertida, como forma de aprendizaje autónomo, favorecido, en este caso, por la interacción social”.
Antonio Pantoja Vallejo establece como principio “el uso de redes sociales para aprender y aprender a utilizar de forma eficaz las redes sociales”. Un trabajo que requiere la implicación por igual del docente y del tutor, puesto que, según dice el responsable del Grupo de Investigación Ideo, “el docente asume el reto del cambio que suponen las nuevas formas que sus alumnos tienen para comunicarse y conocerse. Ese medio, que es tan natural al alumnado, debe revertirlo en la forma de trabajar en el aula y utilizarlo en el desarrollo del currículum. Esta versión de la educación centrada en el contexto donde desarrolla su vida el alumnado, que tanto hemos defendido desde la pedagogía, lleva directamente a la segunda perspectiva, en la que las redes sociales pueden conllevar peligros, que el tutor, con el apoyo de las familias, debe prevenir y combatir. Para poner en valor esta forma novedosa de actuar, el docente tiene que desarrollar la habilidad en comunicación digital”.
Un uso, el de las redes sociales, que supone un elemento de disruptivo en el aula. Ester Micó, presidenta de la Plataforma Estatal de Asociaciones de Profesorado de Tecnología (PEAPT), opina que el uso de las redes sociales como herramienta metodológica “puede resultar muy útil para focalizar la atención de nuestros alumnos y alumnas porque las sienten muy cercanas a sus intereses y permiten una comunicación muy fluida, rápida, sin jerarquía y sin límites de tipo físico. El hecho de usar sus canales comunicativos supone además un extra de motivación que a estas edades resulta un factor primordial en el desarrollo de los aprendizajes. Además, es un reto para el profesorado, tanto en su formación como en la gestión de los diferentes canales de información”. Por otro lado, Ester Micó mantiene que se necesita un control de los contenidos y establecer pautas de desarrollo de las diferentes herramientas “para evitar posibles situaciones de acoso o un uso indebido de las redes por la falta de privacidad. Es importante que el alumnado desarrolle también la competencia social y ciudadana y en ese aspecto las RRSS pueden ser enormemente útiles”.
Entre las distintas redes sociales utilizadas por el alumnado de Secundaria, Isabel Dans, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela, destaca Instagram, “seguida de cerca de tiktok, que empieza mucho antes, en Primaria -¡y aún en Infantil!-. YouTube, aunque no es una red social, tiene un gran tirón en los centros. Todas ellas se usan como altavoz de los proyectos y trabajos de aula o del centro, para difundir buenas prácticas con un efecto motivador en todas las áreas”. Esta profesora, experta en didáctica, tecnología educativa y alfabetización digital, dice que actualmente “comienza a despuntar una práctica de análisis de contenidos difundidos en RRSS en las aulas para fomentar el pensamiento crítico con los bulos y la desinformación”. También ocurre como parte de su aprendizaje informal, prosigue Isabel Dans, “pues sus grupos de clase son también espacios de participación y crítica social, aunque sea en forma de memes. Para lo que más se usan es para compartir apuntes, resolver ejercicios, compartir tareas, etc. La colaboración es la finalidad académica número uno -aunque la prioritaria es la relación con sus iguales-. Ocurre con los videojuegos en línea, los espacios como Twitch, Clubhouse o Spotify, que surgen para lo lúdico y caben otras cuestiones, pero de forma muy reducida entre adolescentes”.
Isabel Dans insiste en que el empleo de las redes sociales en Secundaria es beneficioso “cuando el docente dirige o diseña su empleo dentro de una acción educativa o bien el alumnado participa en el currículum y toma la decisión de emplearlas para el aprendizaje con o sin el docente (aprendizaje colaborativo). Está demostrada su eficacia para hacer deberes, compartir experiencias de aprendizaje, etc. No tanto para el estudio individual”.
Por el contrario, su inadecuada utilización puede hacer de ellas un elemento pernicioso, sobre todo, en edades tempranas y en quienes se dejan llevar o dominar por la curiosidad, la seducción de no perderse nada, etcétera. Es el caso, continúa la profesora de la Universidad de Santiago de Compostela, “de perfiles de vulnerabilidad o baja autoestima, que sufren sus consecuencias en la concentración, la atención e incluso el rendimiento. Además, están todavía los problemas relacionales y afectivos, que son los más importantes en mi opinión”. También, dice Isabel Dans, “empezamos a detectar la falta de regulación también entre algunos docentes que rompen con las reglas del juego convencional y usan las redes para mandar deberes en vacaciones o de madrugada. Algunos adolescentes tienen activadas las notificaciones… Todos sufrimos el estrés digital y más con la pandemia”.
Es imprescindible que las redes sociales sean herramientas útiles tanto en los contextos educativos como fuera de ellos, aunque, en opinión de David Rodríguez-Gómez, Centre de Recerca i Estudis pel Desenvolupament Organitzatiu (CRiEDO). Departament de Pedagogia Aplicada. Universitat Autònoma de Barcelona, “resulte complejo, ya que no existen soluciones únicas y mágicas. Cada centro educativo, cada alumno, cada docente, es diferente y lo que funciona bien en unos casos, es un desastre en otros… y eso lo sabemos muy bien los docentes”. En cualquier caso, David Rodríguez-Gómez señala dos elementos para lograrlo y que no conviene olvidar: “uno, las RRSS son sólo una herramienta más, lo importante es la propuesta didáctica; y dos, el profesorado debe tener un gran dominio de ellas para ser capaz de decidir cuáles y cómo deben introducirse en el diseño de su propuesta didáctica, así como para poder avanzar ante posibles obstáculos o problemáticas que puedan surgir”. E insiste en que “hay que tener claro que las redes sociales facilitan y fomentan la comunicación, la interacción y la participación dentro y fuera del aula y del centro educativo. Si aceptamos y tenemos claro que la comunicación, la interacción y la participación son aspectos esenciales de cualquier proceso de aprendizaje, su utilidad resulta evidente y se convierten en una oportunidad más para promover el desarrollo de competencias claves en la sociedad actual, así como una mayor autonomía y autorregulación de los propios aprendizajes por parte del alumnado (que debería ser el objetivo de cualquier sistema educativo)”.
David Rodríguez-Gómez concluye que “el sistema educativo no puede dar la espalda al auge de las RRSS, promoviendo, como mínimo, un uso adecuado, consciente y responsable de las mismas”. Y plantea como principales retos de los docentes de Secundaria ante el uso de las redes sociales, “por una parte, una cierta resistencia por parte del profesorado, pero también de directivos y administración pública a promover su uso natural (que no forzado, por estar de moda) en los centros educativos”. Y también, “la (in) equidad digital. Un uso intensivo y extensivo de las redes sociales en los centros educativos debe ir, necesariamente, acompañado de políticas que garanticen la equidad”.
Fuente: elpais.com