En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a oír que la educación en los colegios, institutos y universidades es prácticamente igual a como se hacía hace 50 años, mientras que gran parte de sus alumnos ya se desenvuelven de forma natural en el mundo digital en el que han nacido.
La realidad es que se ha ido produciendo una progresiva incorporación de las nuevas tecnologías de la información al ámbito educativo dentro de un contexto híbrido. Aunque el gran boom, al menos a los ojos del ciudadano en general, ha tenido lugar a lo largo de los pasados meses, cuando la pandemia del coronavirus obligó tanto a los centros como a los alumnos y sus familias a acometer un precipitado proceso de digitalización.
Esto no ha hecho más que acelerar y poner de manifiesto, con más fuerza si cabe, la gran importancia que tienen la innovación y la tecnología para la necesaria evolución de la educación en España, un aspecto que es determinante para el futuro del país y su sociedad. Sin embargo, este proceso tiene un alcance significativamente mayor al que percibimos, ya que no se trata exclusivamente de poder hacer lo mismo, aunque de forma remota, sino de impulsar nuestra entrada en una nueva era, en la que la educación inteligente será el motor de una nueva sociedad más avanzada y preparada para abordar los retos venideros.
Son innumerables los cambios propiciados por la creciente digitalización, que a su vez están siendo germen de nuevas de necesidades y desarrollos tecnológicos. Una de sus consecuencias directas es el aumento exponencial de los datos. Según IDC, el volumen de datos creados o replicados llegaron a alcanzar los 64,2 zettabytes en 2020, cifra que se prevé que llegue a los 175 zettabytes en 2025. Es un proceso imparable que está haciendo necesario el desarrollo de redes de comunicaciones cada vez más rápidas y potentes, como son las nuevas redes 5G, así como de sistemas de gestión y almacenamiento de datos cada vez más avanzados, incluyendo las tecnologías cloud.
Esta tendencia es extensible al ámbito educativo en el que, debido al aumento de la teleformación, se ha producido una creciente demanda de servicios remotos que requieren de una mayor capacidad de almacenamiento. Además, la evolución experimentada en todas las disciplinas, especialmente en las relacionadas con actividades de investigación y laboratorio, han impulsado desarrollos orientados a lograr una mayor capacidad de procesamiento de datos masivos y de computación. En este sentido, los sistemas de almacenamiento de computación de alto rendimiento (HPC) permiten reducir los plazos, disminuir los costes y acelerar la innovación.
Igualmente, el ingente volumen de información ha hecho necesario abordar el análisis y gestión del Big Data con el fin de facilitar un enfoque más sistemático y sofisticado en distintos entornos, como son el administrativo, cubriendo aspectos como los datos relativos al personal del campus, hasta los registros financieros y los activos físicos.
Junto a ello, otro de los grandes retos tecnológicos que se han tenido que abordar en el entorno educativo es el de la hiperconectividad. En este sentido, las universidades comenzaron hace ya unos 20 años despliegues de WiFi, una tecnología que se ha consolidado y seguirá evolucionado en el futuro. De hecho, en los últimos años se ha producido el desarrollo del WiFi6, estándar al que Huawei ha contribuido a impulsar de forma pionera, y que se ha ido introduciendo de forma creciente en los campus universitarios – tanto en los espacios docentes como en otras áreas, como residencias, auditorios, áreas de oficina y despachos y el entorno del campus en general-, propiciando la mejora del ancho de banda, la concurrencia, la latencia y el consumo energético.
En España, cabe destacar un marco de proyectos de Escuelas Conectadas, la mayoría de ellos canalizados por Red.es, que ha propiciado que las escuelas públicas de las distintas Comunidades Autónomas hayan desplegado una red WiFi de gestión y autenticación centralizadas.
Igualmente, la transformación que se está produciendo en el ámbito educativo ha supuesto una importante evolución de herramientas que desde hace tiempo es habitual ver en las aulas. Es el caso de las pizarras o pantallas inteligentes, que han avanzado hasta convertirse en soluciones completas que, mediante la integración de funciones como telepresencia, pizarra electrónica y videoconferencia cloud, no solo permiten el acceso a una gran variedad de recursos y contenidos, sino también abren nuevas posibilidades para la colaboración digital entre equipos. Este es la base de nuevos conceptos como IdeaHub, desarrollado por Huawei.
Pero, además, el ámbito de la educación es un terreno especialmente propicio para la aplicación de tecnologías como la realidad aumentada (AR) y la realidad virtual (VR), que proporcionan experiencias de usuario realmente increíbles, estimulando la imaginación, y facilitando un aprendizaje más práctico e intuitivo, en ámbitos como son la formación profesional o disciplinas que requieran la realización de simulaciones con gran precisión, como es la cirugía o la aeronáutica.
En definitiva, avanzamos hacia un mundo en el que el conocimiento y la educación son activos primordiales para el avance de nuestro entorno social y económico. Esto implica propiciar una educación cada vez más inteligente, cuyo impulso requiere el desarrollo de infraestructuras, soluciones y herramientas, junto a la construcción de puentes que permitan estrechar la brecha digital, impulsar las oportunidades educativas y ayudar a mejorar la calidad de la enseñanza.
Fuente: revistabyte.es
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