En el último año se ha repetido hasta la extenuación cómo la digitalización iba a traer consigo nuevas oportunidades. Internet ha sido una herramienta clave para que muchos emprendedores hayan podido mantenerse a flote durante este año. Pero el mundo digital no es tan democrático ni tan accesible como en un principio se vende. Para muestra, un botón: mientras que el 60% de los hombres utiliza internet en el móvil, en el caso de las mujeres este ratio desciende al 47%. Además, ellas representan solo el 18% de los expertos en tecnología punta. Sobre todo ello se debatió el martes 6 de julio del año en curso, durante el Foro de Mujeres Empresarias 2021, promovido por Unión por el Mediterráneo (UpM).
Cerrar la brecha de género digital no es solo una cuestión de derechos humanos, presentó Sana Afouaiz, asesora de ONU Mujeres y fundadora de Womenpreneur Initiative, sino que es vital para el desarrollo de la sociedad. “La igualdad es la precondición para una economía sostenible. Se trata de empoderar a las mujeres facilitando su acceso al sistema económico y a las fuentes de financiación”. En un contexto en el que el futuro del trabajo pasa necesariamente por las competencias digitales, tener en cuenta a la totalidad de la población es clave para no agrandar la brecha de género.
“Aunque alguien pudiera pensar que la digitalización es una cuestión neutral, la realidad es que, al menos en lo que respecta al género, no lo es”, comentó Anna Dorangricchia, experta en igualdad de UpM. Esta vinculación con la tecnología es especialmente relevante en el caso del emprendimiento y el entorno de las startups, donde ellas se enfrentan a un problema doble: el acceso a financiación y la capacitación digital.
Poder disponer de un ordenador o de conexión a internet no es suficiente para aprovechar el potencial de la digitalización, sino que es necesario también conocer el manejo de las nuevas herramientas. “No es solo el acceso, sino la utilidad que se le puede sacar a su uso”, planteó la jefa de la división de género de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Susan Kaaria. Sin embargo, solo uno de cada tres graduados en el área de las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) es una mujer y solo uno de casa seis en lo que respecta a las telecomunicaciones.
La discriminación va desde los estereotipos sobre la presencia femenina en el mundo de los negocios hasta aspectos más técnicos, como el hecho de que los algoritmos que deciden a quién se le va a conceder un crédito o qué ayuda financiera se va a destinar a un proyecto están diseñados, en su mayoría, por hombres. “Sin llegar a empezar siquiera, las mujeres tienen menos posibilidades de acceder a ayuda económica que sus compañeros”, apuntó Dorangricchia.
La portavoz de UpM reconoció que se tiende a pensar que ellas responden peor económicamente, pero la realidad es precisamente la contraria: “Tienen mejores resultados económicos, pero hasta que esto no se traduzca en reformas políticas, sociales y financieras, las mujeres trabajan desde una situación desfavorecida”, expuso. Una visión con la que coincidió Kaaria, quien insistió en que el acceso a la financiación es importante, pero que consolidar los avances en materia de igualdad de género va más allá de esta. “Hay que trabajar también en el reconocimiento de las mujeres en el ecosistema emprendedor. Hasta qué punto implementamos las políticas existentes y cómo recogemos los resultados. Esto nos sirve para ver quiénes están recibiendo esta ayuda en mayor medida”, concretó.
Un análisis que no es baladí, ya que las regiones más desfavorecidas deberían prestar una especial atención a su brecha de género digital. La participación de las mujeres en el mercado laboral es del 31% en Oriente Medio y el norte de África, más del 50% de las mujeres del entorno rural carecen de la alfabetización digital necesaria para acceder a internet y a las herramientas tecnológicas, y la brecha digital de género en los países árabes ha pasado del 19% en 2013 al 24% en 2019. Asimismo, en los países en vías de desarrollo las mujeres tienen un 25% menos de posibilidades de tener acceso a internet. Si el número de féminas conectadas se duplicara, el PIB mundial crecería entre 13.000 y 18.000 millones.
Fuente: elpais.com