Imagen: En las aulas, los alumnos combinan los métodos más tradicionales de aprendizaje con el uso de la tecnología (Archivo Clariana).
España
La docencia digital, implementada por exigencia de la covid-19, ha demostrado el potencial de la tecnología puesta al servicio del aprendizaje. Es un cambio acelerado por la pandemia, que ya no tiene vuelta atrás.
Con la llegada de la covid-19, centros educativos y universidades emprendieron una carrera de fondo hacia su total digitalización para poder proseguir con su actividad. La docencia digital primero y la híbrida, después, sirvió para mantener cierta normalidad en la educación de los niños y jóvenes y, ahora, se ha instalado en el entorno general de forma estable. Tanto es así que, en el marco del último Mobile World Congress, celebrado en marzo pasado, el conseller de Educació de la Generalitat, Josep Gonzàlez-Cambray, charló largo y tendido sobre el potencial de la tecnología educativa como herramienta de innovación y equidad. Lo hizo durante la jornada de reflexión mSchools, en la que subrayó cómo “el reto no es solo incrementar las habilidades tecnológicas de alumnado y profesorado, sino ser capaces de poner todo el potencial de la tecnología al servicio de los procesos de aprendizaje”.
En palabras de Gonzàlez-Cambray, el maestro del futuro “requerirá capacidades tecnológicas que faciliten la práctica docente y permitan la interacción con el alumnado”. Para lograrlo, el gobierno catalán ha anunciado que dedicará más de 190 millones de euros a la dotación digital de los centros educativos en los próximos tres años. De ellos, 47 millones se destinarán a la capacitación digital del profesorado. Se trata a todas luces de una inversión necesaria, más a tenor del punto de partida con el que se contaba en 2018, cuando tan solo un 10% de los centros educativos españoles disponía de dispositivos digitales en las aulas. Así lo ponía de manifiesto el informe “Programación, Robótica y pensamiento computacional en el aula”, realizado por el Ministerio de Educación.
PIZARRAS VS CLASSROOM
Ahora, con la perspectiva del tiempo y habiendo salvado escollos como la equidad en el acceso a esas nuevas tecnologías, gracias a haber completado la conexión a internet de los centros y haber dotado de ordenadores portátiles a los alumnos, se ha comprobado que la digitalización de los estudios no solo ha sido una tabla de salvación en un momento dado, sino que ofrece un sinfín de ventajas al aprendizaje de los más pequeños, en tanto que lo hace más vivencial, proactivo y, por ende, significativo. Mucho ha llovido desde aquellas primeras pizarras digitales que aparecieron tímidamente en las escuelas hace apenas 10 años, o de aquellos campus virtuales donde los profesores universitarios colgaban la bibliografía a principio de curso para alegría de sus alumnos.
Ahora, gracias a herramientas colaborativas como los Classroom, donde los docentes pueden encomendar tareas, examinar a sus alumnos y luego hacerles las correcciones y observaciones necesarias, y Zoom, Meet o Teams, donde se habilitan las clases virtuales, profesores y alumnos pueden articular las clases de una forma más amena y participativa. Incluso las comunicaciones con las familias se han beneficiado de todo este despliegue tecnológico. No sin antes haber hecho ellas también una inmersión exprés en estos nuevos lares, por supuesto.
EL PAPEL DEL DOCENTE
Que los planes de digitalización llevados a cabo en el seno del sistema educativo se centren en la capacitación del profesorado no es ninguna casualidad. De los docentes depende que la experiencia de aprendizaje de los jóvenes sea plenamente satisfactoria, con lo que, ahora, en esta nueva era, deben dejar atrás su rol tradicional para convertirse en dinamizadores de ese aprendizaje, acompañando y guiando a los más pequeños, pero dejando que estos últimos sean los que lleven el timón. Una premisa que se ve claramente en las aulas invertidas o Flipped Room, cada vez más habituales en Europa, en las que los alumnos preparan las lecciones fuera de clase, accediendo en casa a los contenidos para después usar el aula para hacer deberes, interactuar y realizar actividades más participativas como analizar ideas, debates o trabajos en grupo.
La digitalización de la formación ha llegado para quedarse, lo que implicará no solo introducir ordenadores, móviles y demás dispositivos en las aulas, sino formar a los alumnos para hacer un uso responsable y crítico de estas nuevas tecnologías. Este acompañamiento por parte de docentes y familias es clave, más si se cumplen las previsiones de la plataforma de aprendizaje basada en la nube Docebo, la cual vaticinó el año pasado que el aprendizaje apoyado en herramientas y recursos digitales seguiría aumentando un 10% anual hasta 2023.
Desmontando mitos sobre al aprendizaje digital
La plataforma de seguridad online y bienestar digital para familias Qustodio ha elaborado una lista con cinco de los mitos que rodean el mundo del e-learning y que los datos demuestran que no son ciertos.
1 – BAJADA DEL RENDIMIENTO cuando el Foro Económico Mundial ha determinado que, al estudiar con recursos digitales, retenemos hasta un 60% más de información.
2 – COMPRENSIÓN LECTORA POBRE cuando según la pirámide de aprendizaje de Edgar Dale, apoyarse en apps para actividades relacionadas con los textos aumenta la efectividad del aprendizaje en un 75%.
3 – MEJOR EN PAPEL QUE EN PANTALLA cuando según datos del Ministerio de Educación, el 95% de los jóvenes usa internet para encontrar vídeos informativos y aprender.
4 – DEMONIZACIÓN DE LAS APLICACIONES MATEMÁTICAS cuando, según Smartick, esta tipología de aplicaciones ayudan a mejorar la capacidad de lógica y de resolución de problemas un 94%.
5 – MÁS FALTAS DE ORTOGRAFÍA algo que, aunque ocurra en los textos de sus dispositivos móviles, no sucede en sus trabajos escolares, tal y como reconocieron un 88% de jóvenes encuestados recientemente por la Universidad de Alcalá de Henares.
Fuente: Maria Insa/ lavanguardia.com