La pandemia agravó la crisis del aprendizaje y las brechas de acceso, pero el desarrollo de software, hardware y diversos planes tecnológicos están facilitando los procesos formativos. La tecnología en la educación puede ayudar a reducir la desigualdad y mejorar la calidad.
La tecnología educativa tiene el potencial de ser un poderoso motor de transformación en América Latina y el Caribe. Sin embargo, el tamaño del desafío es enorme. La región enfrenta la peor crisis socioeconómica en más de un siglo, tiene uno de los sistemas educativos con el desempeño más bajo a nivel mundial, así como una crónica brecha de habilidades.
Este es el diagnóstico del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con su proyecto LAC Edtech y HolonIQ. En su último informe, Tecnología educativa en América Latina y el Caribe, revela que ahora más que nunca se necesitan nuevas soluciones, nuevos enfoques y nuevas ideas. “Los principales actores de la región ven un enorme potencial del sector edtech para promover un mayor acceso a la educación, mejores experiencias y resultados en el aprendizaje para los estudiantes, y una mayor eficiencia”.
La oportunidad para la innovación y las edtech fue probada durante la pandemia. Pero también es una necesidad a fin de que los Gobiernos, las escuelas, las universidades y los lugares de trabajo amplíen el acceso, los resultados del aprendizaje. Además, para que apoyen a los profesores y las instituciones con mejores herramientas que les permitan pasar más tiempo y de mayor calidad con sus estudiantes.
En el BID reconocen en su informe que el ecosistema de edtech en la región crece rápidamente en respuesta a la demanda. Sin embargo, el mayor desafío para el crecimiento de la tecnología educativa está en los bajos niveles de madurez digital en las instituciones y una amplia resistencia al cambio.
La Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en su documento La tecnología en educación coincide con el BID en varios aspectos: los sistemas educativos y los que los financian deben diseñar para aportar igualdad y calidad.
Señalan que los avances en tecnología educativa deben ir acompañados de cambios en políticas y de una sólida implementación. Concluyen que los donantes, los Gobiernos, las universidades y las empresas del sector privado necesitan trabajar juntos a fin de generar investigaciones centradas en utilización con mayores plazos para captar los efectos distales de la tecnología.
En lo académico, para Martha Castellanos, vicerrectora nacional académica de Areandina en Colombia, el reto de las edtech es para padres y docentes, quienes tienen que lidiar con la inmersión tecnológica y sus contenidos muchas veces sin filtro que alcanzan a los estudiantes en cualquier lugar y a cualquier hora. El objetivo debe ser cómo aprovechar esas herramientas a favor del fortalecimiento de competencias y del aprendizaje.
“Un camino necesario consiste en interactuar con estas herramientas, conocer sus riesgos y oportunidades para el aprendizaje a lo largo de la vida, que empieza desde casa. Aprovechar los datos que arrojan para llevar a los estudiantes a resolver problemas cotidianos, comprender las tendencias de un mundo cambiante y relacionarlas con su día a día. Aún más, fortalecer el pensamiento crítico, el cual dará cuenta de su aprendizaje y de su aporte a la sociedad”, agregó.
A Castellanos le preocupan los modelos de inteligencia artificial, los cuales “procesan un sinnúmero de datos e información para generar respuestas que pueden ser útiles para hacer tareas. Sin embargo, quien debe dar cuenta de su aprendizaje a través de las evaluaciones y las pruebas estandarizadas es el estudiante. Esta sencilla situación es a veces difícil de comprender para muchos niños y jóvenes, que con leer un resumen en internet o ver un video al doble de velocidad creen que pueden comprender la trama de Cien años de soledad y relacionarla con hechos del entorno”.
Innovación con propósito
En las conversaciones entre María Victoria Angulo, exministra de Educación colombiana, y Magdalena Brier, directora general de ProFuturo (programa de educación digital impulsado por Fundación Telefónica y Fundación “la Caixa”), se analizaron, el año pasado, las políticas públicas en materia de innovación y educación digital en el país.
Parten de que,aunque la pandemia ha puesto de manifiesto los problemas de acceso, conectividad y calidad de los aprendizajes en América Latina y el Caribe, también supone una gran oportunidad.
La irrupción de la covid-19, el cierre de escuelas y la incorporación abrupta de las nuevas tecnologías al mundo de la enseñanza han puesto la educación en el centro del debate y en la agenda política de la gran mayoría de los Gobiernos latinoamericanos. La exministra Angulo se refirió a los temas prioritarios en la agenda educativa de la región.
“Los países de la región deben apostar por la educación digital como palanca de cambio para reducir las desigualdades y las brechas educativas que hacen que los más vulnerables no puedan acceder a una educación de calidad. Para esto es preciso desarrollar una cultura de la conectividad, que implica no solo ampliar la conectividad a todas aquellas zonas que ahora carecen de ella, sino preparar y formar a los agentes educativos para que entiendan las posibilidades que esta implica”.
“Necesitamos docentes que incorporen la tecnología a su quehacer diario. Pero esta incorporación debe ir mucho más allá. Tiene que servir para conectar con empatía, para armar redes, red de pares, red de tutorías, que potencien la magia que el docente hace en sus clases haciéndolas más amenas y divertidas”, agrega.
Asimismo, resalta la exministra que “las herramientas de evaluación docente pueden ser fundamentales para que la oferta de formación de los docentes vaya alineada con sus necesidades”. Se trata de evaluar para avanzar en los procesos de acompañamiento y fortalecimiento.
Y un elemento que no puede faltar en esta agenda es la colaboración público-privada. “Cuando uno invita a que la educación sea un compromiso de todo un país, no puede pensar solo en lo público. La alianza con los actores del sector privado es fundamental porque a la inversión general y los lineamientos de lo público suman su ‘saber hacer’, la experiencia que les aporta su inversión en innovación y sus recursos. Los actores privados ofrecen a la administración pública un conjunto de proyectos ya probados, con base en la evidencia, para amplificar la política pública”, señalan desde ProFuturo.
Fuente: semana.com