La Unesco advierte que la tecnología ha ayudado a ampliar el acceso a la educación en algunos contextos, pero en realidad no siempre se mejora el aprendizaje y los sistemas educativos aún no están preparados.
¿Puede la tecnología ayudar a solucionar algunos de los problemas más importantes que existen en la educación? O, por el contrario, ¿afecta y daña los procesos de aprendizaje? A esta pregunta intenta responder la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en su nuevo informe Monitor Educativo Global 2023.
La tecnología se ha convertido en una herramienta indispensable para la educación. Cada vez más, las personas utilizan computadoras y dispositivos en sus clases; los docentes apoyan sus lecciones en recursos en línea; hay clases virtuales e híbridas; e incluso hoy se utilizan sistemas de Inteligencia Artificial (IA) para realizar tareas educativas.
A medida que avanza el desarrollo de las tecnologías, existen más expectativas de que su adopción contribuya a resolver la brecha de acceso a la educación y otras problemáticas en la materia. Sin embargo, al mismo tiempo se advierten riesgos acerca de su posible impacto negativo en la enseñanza y aprendizaje.
No existe una respuesta tajante al cuestionamiento sobre si son más las ventajas que las desventajas que puede generar la tecnología en la educación. En realidad, la organización considera que todavía no hay suficientes pruebas sólidas e imparciales para determinar el impacto verdadero de la tecnología digital en este ámbito.
Sin embargo, con la información disponible hasta ahora y el estudio de diversos casos de cómo se ha adoptado la tecnología alrededor del mundo, la Unesco señala cuáles son algunos de los efectos positivos y negativos:
1. ¿Puede incrementar el acceso a la educación?
Para los grupos menos favorecidos, la tecnología ha abierto la puerta para acceder a la educación. En Nigeria, por ejemplo, se combina la enseñanza radiofónica con materiales impresos y audiovisuales para llegar hasta la población más marginada.
En México, el programa de Telesecundaria fusiona clases televisadas y el apoyo de profesores para expandir el acceso a la educación en zonas rurales y de difícil acceso. El programa permitió aumentar en un 21 por ciento la matriculación en escuelas secundarias.
Durante la pandemia por la Covid-19, los proyectos de educación a distancia también permitieron continuar con las clases de educación básica, media-superior y superior. En América Latina, por ejemplo, se utilizaron programas de televisión donde se difunden los contenidos; clases por Zoom y otras plataformas y recursos digitales que se intercambian por Internet.
Sin embargo, no todas las personas pueden acceder a un servicio de Internet ni a la tecnología. La Unesco advierte que sólo 40 por ciento de las escuelas primarias, la mitad de las de primer ciclo de secundaria y 65 por ciento de las de segundo ciclo de secundaria tienen conexión a Internet en todo el mundo.
Aunado a ello, una buena parte de las y los estudiantes de comunidades rurales y de familias de bajos ingresos carecen del servicio de Internet o no cuentan con los dispositivos para poder conectarse. Esto profundiza la desigualdad social y excluye a millones de estudiantes de la tecnología.
2. ¿Mejora el aprendizaje?
“Algunas tecnologías educativas pueden mejorar ciertas modalidades de aprendizaje en determinados contextos”, destaca el informe de la Unesco. Por ejemplo, la Biblioteca Digital Académica Nacional de Etiopía, la Biblioteca Digital Nacional de India y el Portal para Docentes de Bangladesh han tenido efectos positivos en la mejora del aprendizaje.
La digitalización de contenido educativo simplifica su acceso y distribución en algunos contextos, sobre todo cuando se trata de recursos de libre acceso. También existen herramientas de traducción que permiten que los contenidos sean más accesibles y se derriben las barreras lingüísticas.
Un factor importante para que la tecnología tenga un impacto positivo en la educación es que existe una visión pedagógica de por medio. Si eso no sucede, el aprendizaje no mejora. En Perú, por ejemplo, se distribuyeron más de un millón de computadoras portátiles pero sin que esto fuera parte de una estrategia educativa.
Además, la organización explica que el uso indebido o excesivo de la tecnología puede ser perjudicial. Una muestra de ello es que el hecho de que los estudiantes estén cerca de su dispositivo móvil en las escuelas genera distracción.
3. ¿Los contenidos son de calidad?
Internet ha propiciado que existan más y diversos contenidos educativos disponibles al alcance de un clic. No obstante, la Unesco advierte que la mayoría de estos recursos los producen los grupos dominantes (instituciones, academia, centros de estudio).
Casi 90 por ciento del contenido de los repositorios de educación superior con colecciones de recursos educativos de libre acceso se ha creado en Europa y América del Norte.
Lo anterior implica que el idioma inglés es el predominante en los contenidos educativos y, además, que los principales beneficiados sean, precisamente, quienes viven en esas regiones del mundo.
4. ¿Se están adaptando los sistemas educativos?
Ante la rápida evolución de la tecnología, los países tratan de adaptarse, buscando modificar sus currículas, establecer nuevos métodos de enseñanza y evaluación, y comienzan a definir las competencias digitales que desean priorizar.
La Unesco indica que 54 por ciento de los países de todo el mundo cuentan con normas sobre competencias digitales, pero a menudo estas fueron definidas por actores no estatales y, en gran medida, comerciales (empresas).
En su mayoría, las instituciones educativas todavía no están suficientemente preparadas para que sus sistemas educativos respondan a la nueva realidad tecnológica ni para apropiarse de las soluciones digitales existentes en la mejora de la educación.
Los docentes suelen sentirse poco preparados y sin confianza para utilizar la tecnología en la enseñanza, pues no se les brinda una capacitación adecuada, en tanto que sólo una pequeña parte de los estudiantes puede realmente practicar con la tecnología. Por ejemplo, apenas 10 por ciento de los estudiantes de 15 años de edad utiliza dispositivos digitales más de una hora a la semana en matemáticas y ciencias.
Mientras la tecnología evoluciona de forma acelerada, los sistemas educativos y planes de estudio no. La organización explica que este ritmo dificulta la toma de decisiones en materia de legislación, política y regulación.
Y si bien existen casos de éxito en la adopción de la tecnología a favor de resolver las problemáticas más relevantes en el ámbito educativo, los resultados que se obtienen en algunos contextos no siempre son replicables en otros.
Fuente: Violeta Contreras García / dplnews.com