La profesión jurídica representa aproximadamente 20 millones de puestos de trabajo en todo el mundo, incluidos 12 millones de abogados, alrededor de cuatro millones de asistentes jurídicos y cuatro millones de trabajadores operativos y administrativos. Además, implica otros 14 millones de puestos de trabajo dentro de su ecosistema más amplio, que abarca notarios, traductores y otros profesionales relacionados.
El derecho, como muchas otras profesiones, está experimentando una gran transformación con la adopción de la inteligencia artificial (IA). Los bufetes de abogados utilizan tanto herramientas de IA abiertas como plataformas especializadas adaptadas a los servicios jurídicos. Las herramientas especializadas proporcionan precisión, actualizaciones en tiempo real y funcionalidades específicas para el ámbito jurídico que las herramientas de IA genéricas no ofrecen.
Una encuesta reciente reveló que, de los 333 encuestados, 210 bufetes de abogados afirmaron utilizar la IA en sus operaciones. Las firmas más grandes están liderando este cambio: entre las firmas con más de 500 abogados, el 100 % informó de la integración de la IA, mientras que las firmas más pequeñas (aquellas con 1-100 abogados) mostraron una tasa de adopción mucho más baja, con un 68 % que aún no utiliza la IA. El uso de la inteligencia artificial es más frecuente en Europa (incluido el Reino Unido) y Estados Unidos, así como entre las firmas que operan en múltiples jurisdicciones.
El informe identifica varios desafíos principales asociados con la implementación de la IA en la profesión jurídica:
- Desarrollar políticas de IA y marcos de gobernanza para fomentar la confianza, mitigar los riesgos y garantizar el cumplimiento.
- Pruebas rigurosas y evaluación continua de las herramientas de IA antes y durante su implementación.
- Capacitar a los abogados y al personal administrativo para integrar eficazmente la IA en sus flujos de trabajo.
- Abordar las preocupaciones de los clientes con respecto al uso de datos para la capacitación en IA.
- Garantizar el cumplimiento de las obligaciones legales y éticas.
La velocidad de adopción de la IA en el sector jurídico varía, lo que da lugar a disparidades en la calidad de los servicios jurídicos y el acceso a la justicia. Sin embargo, las instituciones de enseñanza jurídica no pueden permitirse esperar a que se resuelvan todos estos retos: deben contribuir activamente a configurar el futuro de la IA en la profesión.
Educación jurídica e IA
Mientras que los bufetes de abogados y los departamentos jurídicos están integrando rápidamente la IA, muchas facultades de Derecho han tardado en adaptarse. Algunas herramientas de inteligencia artificial ni siquiera son accesibles para las instituciones académicas todavía, lo que crea una brecha entre la formación jurídica y las realidades profesionales.
Con el fin de que la educación jurídica evolucione y prepare a los estudiantes para una profesión intensiva en IA en la que muchas tareas estarán automatizadas, las facultades de Derecho pueden integrar la IA en tres niveles diferentes:
- Contenido: añadir cursos sobre ética y regulación de la IA en diferentes regiones es importante, pero es solo el primer paso: los planes de estudios de Derecho deben revisarse por completo para adaptarse a una profesión cada vez más impulsada por la IA.También deben analizarse para determinar cómo se verá afectada cada disciplina jurídica por la IA. El derecho constitucional, por ejemplo, no se verá afectado de la misma manera que el derecho mercantil y laboral.
- Metodología: el personal docente debe tomar decisiones deliberadas sobre cuándo se permite a los estudiantes utilizar herramientas de IA o no. También debe diseñar debates y tareas sabiendo que los estudiantes probablemente utilizarán la IA de la misma manera que lo hacen cada vez más los profesionales del derecho. Tanto el profesorado como los estudiantes deben usar la IA para que el aprendizaje sea más eficiente (retroalimentación más precisa, investigación, etc.) y tratarla como una aliada en lugar de como una adversaria.
- Habilidades: lejos de limitarse a aprender leyes y códigos de memoria, la educación jurídica consiste en desarrollar las habilidades de los estudiantes. La IA debe ser una herramienta que mejore el análisis jurídico, y su uso adecuado tiene que fortalecer la capacidad de los estudiantes para evaluar diferentes perspectivas, construir argumentos rigurosos y tomar decisiones bien fundadas.
El método del caso ha sido utilizado tradicionalmente por muchas facultades de derecho de todo el mundo para hacer que los estudiantes “piensen como abogados”. Es hora de revisar esta metodología, que fue implementada por primera vez por el profesor Christopher Columbus Langdell en la facultad de Derecho de Harvard en 1870.
Las facultades de Derecho deben convertirse en centros de innovación, equipando a los estudiantes no solo para trabajar con la IA, sino también para liderar su implementación ética y responsable en la profesión jurídica.
Equilibrar la IA con la experiencia humana
La IA no sustituirá a los abogados, pero cambiará la naturaleza del trabajo jurídico, requiriendo profesionales que puedan desenvolverse en nuevos tipos de transacciones, panoramas regulatorios y conflictos legales.
A medida que la sociedad se vuelve más compleja e impredecible, la experiencia jurídica tendrá una mayor demanda. Una sociedad cada vez más impulsada por la IA y la automatización probablemente necesitará más, y no menos, abogados para interpretar y dar forma al marco jurídico en evolución.
Sin embargo, para aprovechar plenamente el potencial de la IA en cuanto a accesibilidad y eficiencia en la profesión jurídica, las universidades deben rediseñar sus planes de estudios para garantizar que los futuros abogados puedan utilizar estas tecnologías de forma ética y eficaz.
El mayor desafío para la educación jurídica actual es lograr un equilibrio entre aprovechar la inteligencia artificial para la eficiencia y preservar las habilidades básicas que definen la experiencia jurídica. Las facultades de Derecho deben tomar medidas proactivas para garantizar que los futuros abogados no solo conozcan la IA, sino que también sean capaces de emitir juicios críticos y tomar decisiones éticas. El futuro de la educación jurídica –y, de hecho, la propia profesión jurídica– depende de lo bien que se logre este equilibrio.
Fuente: Soledad Atienza / theconversation.com