Tener un panorama claro de la situación bancaria personal posibilita tomar decisiones informadas con respecto a la inversión y el ahorro, optimizando al máximo los ingresos.
Cuando hablamos de bienestar financiero, la frase “el conocimiento es poder” nunca estuvo mejor aplicada. Saber qué instrumentos se vinculan con la cuenta bancaria, cómo usarlos y qué oportunidades presentan, permite a las personas administrar de la mejor manera su economía. De igual manera, tener un panorama claro de la situación bancaria personal posibilita tomar decisiones informadas con respecto a la inversión y el ahorro, optimizando al máximo los ingresos.
Sin embargo, según la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, seis de cada 10 personas adultas en México (casi 42 millones) no llevan un registro de sus gastos mensuales y, de los que sí lo llevan, el 64% lo hacen mentalmente. Además, según la última Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, aunque el 67.8% de las personas de 18 a 70 años tenía algún tipo de producto financiero formal, prácticamente el mismo porcentaje (63%) ahorraba de manera informal, es decir, en sus casas o en una caja de ahorro que no otorga intereses.
El contraste es claro: la falta de conocimiento para administrar los recursos trae aparejadas consecuencias como el endeudamiento, la ausencia de planeación de presupuestos y de ahorro y, por ende, la falta de bienestar financiero. Ni hablar del estrés que genera esta situación para los ciudadanos.
La educación financiera, entonces, se vuelve clave para tener economías personales sanas y las herramientas digitales son aliadas poderosas para alcanzar este objetivo. Los bancos cumplen un rol muy importante para, no solo ofrecer información accesible o una experiencia de usuario amigable en todos los canales, sino también herramientas financieras específicas que permitan gestionar y organizar los gastos e ingresos de los usuarios.
Un ejemplo claro de tecnología a favor de las finanzas personales son las billeteras digitales, que, además de agilizar la manera en que realizamos transacciones, brindan un registro exacto de los ingresos y gastos, lo que permite tomar mejores decisiones y generar mejores hábitos, basado en los datos específicos que cada uno tiene disponible en su aplicación.
Otra solución son los gestores de finanzas personales (PFM, por su sigla en inglés), una herramienta digital que ayuda a los clientes bancarios a entender su situación financiera y mejorar la administración de su dinero de manera más rápida y sencilla. Esta funcionalidad está totalmente pensada para el bienestar económico de los usuarios, ya que el objetivo es ofrecer un valor añadido al cliente analizando multitud de datos complejos, como gastos, ingresos y deudas, para mejorar el cumplimiento de sus metas financieras.
Los grandes avances que México logró con relación al Open Finance, o datos abiertos, también permitieron que hoy todas las instituciones financieras se puedan conectar a una única plataforma. De esta manera, los usuarios pueden vincular cuentas de diferentes instituciones de ahorro, crédito, inversión, entre otras, para tener un panorama completo de sus finanzas y administrar todas sus cuentas en un solo lugar, algo muy valorado por los clientes ya que evita tener que pasar de una aplicación a otra.
Los bancos e instituciones financieras que ofrecen estas herramientas también obtienen beneficios, que incluyen mejorar el engagement y la fidelidad, así como aumentar el uso de las aplicaciones. Esto deriva en tener más información de sus clientes, conocerlos más y poder ofrecerles ofertas, servicios y productos cada vez más personalizados. Todos salen ganando.
Cuando las personas tienen un mejor acceso a las herramientas digitales, con una educación financiera continua que lleven a economías personales más sanas, se empieza a construir una sociedad que tiende a la igualdad de oportunidades para todos.
Reflexionar sobre la importancia de la educación en la planificación de la economía personal y promover la digitalización en contra de un sistema informal que no beneficia a nadie, son tareas que tanto instituciones financieras como referentes de la industria deben impulsar constantemente.
Fuente: Daniel Aguilar Arias / expansion.mx
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