Los expertos hablan ya de «alfadatización». Los nuevos recursos que se pueden utilizar en el aula.
Hay personas que pueden anticipar el futuro. Sin trucos ni fake news. Simplemente atando cabos académicos y reflexionando a fondo. Christopher “Chris” Dede es uno de esos personajes que en libros, conferencias o entrevistas sorprende con sus ideas. Es uno de los visionarios en Educación más respetados del mundo.
Tiene 76 años y es un experto en Tecnologías de Aprendizaje en la Escuela de Graduados en Educación de la Universidad de Harvard y director asociado de investigación en el Instituto Nacional de Inteligencia Artificial para Educación en línea, en los Estados Unidos.
Desde hace décadas viene comentando que los nuevos modelos de enseñanza y de aprendizaje basados en la tecnología, podrían afianzarse. Y no se equivocó, aunque todo resultó más rápido de lo que pensaba.
“Yo no pude anticipar que ocurriría una pandemia, algo que ha acelerado enormemente la implementación del aprendizaje y de la interacción online”, le comenta a Viva.
Y dice algo más, apoyado en que, en el momento de la aparición de Covid 19, ya existían herramientas, como las videoconferencias o las plataformas educativas interactivas, que fueron mejorando sobre la marcha: “Si la pandemia se hubiera producido una década antes, los resultados seguramente habrían sido más catastróficos en términos de educación y también en otras áreas”.
Ese futuro que imaginó Dede y llegó antes, hoy se puede ver en nuestro país con la utilización de tecnopedagogías, que docentes y equipos directivos ponen en práctica para sumar en las aulas y también en las tareas escolares.
El objetivo es llevar a la enseñanza un paso adelante.
¿Es lo que viene? Chris Dede ahora habla de un cambio profundo en la formación docente y de un mundo híbrido (presencial/virtual) e irreversible y propone “centrarse en la manera más conveniente de mejorar las nuevas formas de educación”.
A días de que los chicos vuelvan otra vez a clases, Viva consultó a expertos en el área, diseñadores de kits educativos adaptados a esta época y docentes y alumnos que probaron e incorporaron soportes para saber qué son exactamente estas tecnopedagogías que, igual que el coronavirus, irrumpieron para quedarse.
Recalculando
Las pandemias, ahora se sabe en carne propia, funcionan también como portales a un mundo distinto. Nada y nadie es igual luego de atravesarlas. La que se inició en 1918 por el virus de la influenza A H1N1, más conocida como gripe española, mató a más de 50 millones de personas y generó, entre otros cambios, una apertura intelectual que se hizo notar en varios campos.
La que hoy todavía está vigente, por Covid 19, tal como señala Dede, aceleró y afianzó el uso de tecnologías preexistentes que permitieron que la educación de los chicos continuara aún en confinamiento. A distancia.
“Todos ya saben que la vuelta a la presencialidad no fue volver a la escuela prepandemia. Lo que no saben, ni tampoco nosotros sabemos, escómo van a ser los trazos finos de esta nueva escuela que surge del accidente pandémico que sufrimos. Pero no tener clara la dirección del próximo paso no quiere decir que no tengamos la decisión de darlo”, asegura Alejandro Artopoulos, profesor e investigador de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés (UdeSA).
El próximo paso, moldeado por el efecto Covid, está en curso. De hecho, la generación Alfa (los nacidos a partir de 2010, la primera generación 100 por ciento nativa digital) lo vive de manera natural.
Para ellos, especialmente para los que tienen la posibilidad económica de acceder a recursos tecnológicos, no hay brecha. “A mí me ayuda tener otras tareas interactivas de la escuela para hacer en mi tablet, y tener el calendario sincronizado por el colegio para organizarme con las fechas de los exámenes”, cuenta Fabio L., alumno de quinto grado de una escuela privada de CABA.
Y agrega sobre el antes y después de la cuarentena: “En el encierro veíamos muchos videos después de las clases virtuales. Durante el año pasado los vimos a veces como tarea, para profundizar algunas cosas, por ejemplo de Ciencias Sociales. Sé que, para algunos compañeros, ver un video puede ser menos aburrido si el tema no les interesa tanto.
Está bueno lo virtual en inglés porque me ayuda a practicar y, con los audios, puedo repasar mejor la pronunciación. Cuando estuvimos encerrados, vimos mucho los contenidos online de los libros que usamos y nos dimos cuenta de que se les podía sacar más provecho. Está bueno el libro y está bueno lo online”.
La generación Alfa, integrada por los nacidos a partir de 2010, es la primera en ser 100% nativa digital y se adapta fácilmente a las tecnopedagogías.
La novedad es que esos recursos que menciona Fabio L. continúan evolucionando. Especialmente las plataformas educativas. Son uno de los ejemplos más claros de tecnopedagogía. Permiten interacción y sumar conocimiento.
Una de ellas, Schoology, es una de las líderes, con más de 40 millones de usuarios y 60 mil colegios en el mundo. En la Argentina, 21 mil estudiantes acceden a ella y cuentan con bibliotecas digitales integradas y aplicaciones de aprendizaje adaptativo basadas en inteligencia artificial (IA). Un tema que le apasiona a Chris Dede.
“Otro impacto de la inteligencia artificial en la educación es cambiar las capacidades que los educadores deben cultivar y lo que los estudiantes deben aprender. Por ejemplo, laIA diseñada para respaldar el trabajo de los maestros podría usar métricas para evaluar si los estudiantes necesitan instrucción adicional en un tema”, sugiere el experto.
Y afirma: “Al igual que el procesador de textos mejoró la eficiencia, la productividad y también las capacidades humanas, la IA puede aumentar las habilidades de hombres y mujeres a través del cálculo, con un gran beneficio potencial en el que la asociación humano-IA tiene más capacidad que una persona o una máquina por sí sola”.
Volviendo a sus “predicciones”. Esto decía en el año 2000, en su libro Aprendiendo con tecnología (publicado en la Argentina por Paidós): “Los nuevos modelos de enseñanza y de aprendizaje basados en la tecnología tienen el potencial de mejorar notoriamente los resultados escolares.
Con todo, habrá que trabajar mucho para perfeccionar el diseño de las herramientas didácticas.También es necesario que haya un diálogo entre todos los integrantes del campo de la educación; a efectos de refinar nuestras visiones de los medios de aprendizaje adecuados para la sociedad basada en el conocimiento del siglo XXI”.
Veintitrés años después, en eso está el mundo: en mejorar y hacer accesibles esas herramientas.
Creada por especialistas en educación, la plataforma Matific está diseñada para el aprendizaje de la matemática de manera lúdica.
Alfabetización digital
Quienes comandan de forma directa los cambios tangibles son los docentes.Conocer su experiencia es saber de primera mano cómo están transitando la aplicación de tecnopedagogías.
Loreley De Vita, directora de nivel primario del Instituto Saint Exupéry, del barrio de Caballito, en CABA, dice que fue de gran ayuda contar con soportes amigables y eficientes cuando más los necesitaban.
“En nuestra escuela ya veníamos usando Schoology, así que cuando comenzó la pandemia, en 2020, de algún modo estábamos preparados. No hubo mucha dificultad para adaptarnos a la nueva situación, es una plataforma muy amigable, muy fácil de usar para los chicos. Cada alumno y alumna tiene su usuario y su contraseña e ingresa a un aula que es cerrada. En ese aula,las maestras de manera virtual envían trabajos, y los chicos responden a través de la plataforma. El trabajo se puede hacer fuera de la escuela y también permite que las maestras suban sus propios contenidos.”
De Vita también aclara que la plataforma está disponible para todos los niveles de educación. «La usamos en jardín, nivel primario y nivel medio. Obviamente los alumnos de nivel medio la utilizan más porque son más autónomos. No se usan más fotocopias, se accede a los libros desde casa y los libros físicos quedan en la escuela para trabajar en el aula”, dice.
Y sobre la posibilidad de aprender a usarla al máximo, comenta que, en ese caso, cuenta con el soporte y capacitación de Tinta Fresca, que provee Schoology en el país, y además les habilita el acceso a la biblioteca digital Veo y Leo.
Desde el punto de vista docente, De Vita remarca quela clave es aggionarse. “La tecnología hace ya varios años que entró en las aulas y debemos seguir avanzando. Creo que tenemos que ir a una pedagogización de lo tecnológico y en eso estamos, queremos seguir sumando lo que es digital, las pedagogías digitales dentro de las aulas.
Para este año escolar vamos a incorporar kits de programación y robótica. Hay que favorecer una alfabetización digital en los chicos, y hacerlo pronto. Recién el año pasado se hizo un diseño curricular de programación y robótica. Los chicos nacen con una cultura digital y nosotros en la escuela tenemos que llevar los contenidos con ese enfoque. Los docentes se tienen que ir aggiornando año a año con lo nuevo”, explica.
Los kits robóticos tienen un software para acompañar los productos y lograr una experiencia en el mundo físico y en el virtual.
Tus ladrillos
¿Cómo nace una tecnopedagogía? Hay diferentes caminos y cientos de ejemplos. Uno de ellos, en la Argentina, fue el que inició el ingeniero Hernán de Mayolas, de Mis Ladrillos, un producto clásico entre los juegos didácticos. De familia, por lo familiar, y porque está hecho por varias generaciones de una misma familia. Justamente, la nueva generación que representa Hernán, encaró un proceso de transición en el que aparecieron los kits robóticos.
“Fue una búsqueda personal de la actualización del clásico juego de construcción desarrollado por mi padre a mitad del siglo pasado. Primero incluimos software para acompañar los productos físicos y lograr una experiencia dual tanto en el mundo físico como en el mundo virtual, y luego integramos la parte electrónica al producto dual y terminamos en la robótica, que es la combinación de esas tres tecnologías”, dice.
Los primeros robots estaban destinados exclusivamente al mercado de entretenimiento, pero observaron que también eran consumidos por docentes, que los usaban en sus clases.
“Desde hace 10 años, el producto actual está específicamente desarrollado para el sector educativo y paradójicamente ahora son los padres quienes los compran para usarlos en sus hogares. En definitiva sigue siendo una herramienta que combina la diversión con la educación, haciendo foco en el desarrollo de las habilidades del usuario. Y es ahí en donde sigue siendo fiel al primer juego de construcción de Mis Ladrillos, que creó mi padre allá por 1953”, relata De Mayolas.
Lo nuevo tiene tanto éxito como lo anterior. “Nuestro producto se enmarca en lo que en otros tiempos llamábamos Hágalo usted mismo y ahora se conoce como cultura Maker. El poder siempre está en las manos del usuario. El proceso es parte del aprendizaje tanto como el resultado final. La prueba y error son pasos necesarios previos al éxito. Esto influye notablemente en nuestros hijos, que nacieron en una cultura 100% digital, no acostumbrada a invertir tiempo en conseguir ese éxito.
Todo es realizable fácilmente en el mundo virtual y, cuando enfrentan una problemática real, se encuentran desorientados o con poca resistencia al fracaso. Con este tipo de tecnopedagogías, los chicos viven de forma directa la integración entre ambos mundos y comprenden cómo se potencian entre sí. Comienzan a valorar el beneficio del trabajo grupal y la complementación con sus compañeros con distintas capacidades, al mismo tiempo que desarrollan el pensamiento computacional y la solución de problemas”, asegura De Mayolas.
Las tecnopedagogías tienen, entonces, un rasgo común, el de intervenir, hacer. La historia de la familia del socio gerente de Mis Ladrillos puede explicar en parte su evolución.
“El origen de esta genética Maker en mi familia se remonta a mi abuelo. Un conde de Cataluña que tenía una familia de 11 hijos y debía resolver la vida por su cuenta en un mundo menos avanzado. Así fue que creó un primer lavarropas, una casa de muñecas tamaño natural que aún hoy usan mis hijos más chicos y un juego de bloques de madera para construir con su manual de instrucciones dibujado a mano con más de 50 modelos. Sin duda fue un autodidacta y traspasó a su hijo Fernando, mi padre, esos valores” relata.
Y cuenta cómo llegó al presente: “Mi padre, ingeniero mecánico, también fue un autodidacta, con sus colecciones de revistas Hágalo usted mismo construía los muebles de las casas de nuestra propia familia. Hoy trato, en el ámbito profesional a través de nuestros programas de robótica educativa, de estimular esa capacidad creativa y hacedora que tenemos los seres humanos, una de las herramientas más potentes que debemos desarrollar en nuestra etapa educativa y que nos va a marcar por el resto de nuestra vida”.
Otro ejemplo de herramientas educativas tecnológicas es Edpuzzle. Permite que los docentes, con métodos sencillos de edición de video y analítica de datos puedan crear video lecciones. Empezó a funcionar en 2013 y, desde entonces, lleva reunidos 30 millones de ese tipo de videos.Son lecciones en imágenes que se utilizan en centros educativos de 190 países. Los profesores tienen una especie de fuente inagotable de videos porque, a la vez, pueden reciclar contenidos de un año a otro, agregando actualizaciones o datos adicionales.
Por sus beneficios, fue incluido en la lista de Soluciones de aprendizaje a distancia por la UNESCO durante el confinamiento por Covid 19.
La plataforma de aprendizaje Matific, en tanto, aborda un tema que puede generar distancia: la matemática.
Creada por especialistas en educación, incentiva de manera lúdica y divertida que estudiantes de entre 4 y 12 años la practiquen sin protestar.
Funciona como un juego. Tiene un camino escalonado y diferenciado para cada estudiante. Cada “jugador” tiene un usuario que a la vez puede conectarse con otros usuarios de su familia y docentes, quienes pueden seguir de cerca su rendimiento.
Su algoritmo inteligente y adaptativo ayuda al participante a seguir un camino adecuado y realizar las actividades según su progreso.
Alfadatización
Las tecnopedagogías continúan avanzando. El experto Alejandro Artopoulos dice que “la transformación digital de la educación está en marcha”.
Y apunta conceptos vitales para entender por qué estas herramientas son importantes para los educadores y para los alumnos.
“Porque mediante la tecnopedagogía se puede acceder a la nueva alfabetización del siglo XXI, la alfadatización. Es decir, una alfabetización que no solo incorpora las prácticas de lectura y escritura de discursos y textos, sino también la de algoritmos, redes sociales y discursos híbridos”, asegura.
En esa línea, Artopoulos cree que la situación dentro de cinco años, respecto de este tema, estará mejor.
“Mucho mejor. Después de la pandemia se despertó la conciencia de las falencias estructurales de los sistema educativos. Como dije, la transformación digital de la educación está en marcha. Lo fundamental serán los cambios en la formación docente”, dice.
Fuente: Eliana Galarza / clarin.com