Vivimos en un mundo donde la inteligencia artificial conversa con estudiantes, los exámenes han sido reemplazados por desafíos reales y los salones de clase ya no tienen muros. A la vista de estas transformaciones, cabe preguntarse: ¿cómo será la escuela dentro de una década? Este artículo explora las señales del presente que ya están transformando el futuro de la educación.
Aprender sin ir a clase
Imagine que un día normal de clases ya no implica despertarse, tomar el autobús y sentarse en un pupitre. En lugar de eso, se pone unas gafas de realidad aumentada o entra a una plataforma inmersiva desde casa, desde un parque o desde otro país.
Las tecnologías de realidad virtual (VR) y realidad aumentada (AR) permiten que estudiantes exploren un volcán en erupción o recorran la antigua Roma sin moverse de su silla. En 2035, aprender será sinónimo de explorar, construir, colaborar y experimentar, más allá de cuatro paredes.

¿Y si el profesor fuera una IA?
Lejos de una escena de ciencia ficción, existen en la actualidad herramientas de inteligencia artificial como Khanmigo de Khan Academy, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2019, o el propio ChatGPT que pueden conversar con estudiantes, responder dudas e incluso diseñar ejercicios a medida.
En el futuro cercano, estas IA funcionarán como mentoras personales. Le conocerán tan bien que podrán adaptar los contenidos a su ritmo, su estilo y sus intereses. Pero no sustituirán a los docentes humanos. Al contrario, les darán más tiempo para lo que realmente importa: acompañar emocionalmente, guiar el pensamiento crítico y ayudar a encontrar una voz propia.
Proyectos transformadores en vez de exámenes
Muchos estudiantes sueñan con un mundo sin exámenes. Puede que eso llegue antes de lo que se piensa. Los ejercicios tradicionales se están reemplazando por proyectos del mundo real, donde se aprende resolviendo problemas auténticos: diseñar un sistema de reciclaje para el barrio, programar una app accesible o mejorar la alimentación en la escuela.
La evaluación no será una prueba con nota final, sino un proceso continuo, con portafolios digitales, retroalimentación en tiempo real y reflexión personal.
El nuevo rol de los docentes
En 2035, los docentes seguirán siendo esenciales, pero no como transmisores de información. Serán diseñadores de experiencias, facilitadores del pensamiento, entrenadores de habilidades humanas.
Iniciativas como Education Reimagined o HundrED ya están impulsando esta transformación. Estas plataformas conectan a los educadores y muestran cómo se pueden crear espacios más humanos, inclusivos y significativos.
Aprender toda la vida
Quizá la mayor revolución es que la educación ya no será una etapa que se termina. Aprender será parte de nuestra vida adulta, profesional y personal. Tendremos trayectorias educativas flexibles, adaptadas a nuestros cambios, trabajos y pasiones.
Instituciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ya promueven el reconocimiento del aprendizaje a lo largo de la vida y fuera de las escuelas tradicionales.
La escuela del futuro ya está en construcción. Y no depende solo de la tecnología: depende de cómo decidamos educar, acompañar y formar a las nuevas generaciones. Porque aunque cambien los formatos, el propósito sigue siendo el mismo: aprender a ser humanos, en un mundo cada vez más complejo.
El caso de Luna, estudiante en 2035
Un día en la escuela del futuro: el caso de Luna, estudiante de 14 años en 2035.
Luna se despierta a las 7:30, no con una alarma, sino con su asistente de inteligencia artificial personalizado, AURA, que le recuerda suavemente su cronograma del día. No tiene que ir a ninguna escuela física: su aula está en la nube.
Mientras desayuna, revisa su proyecto colaborativo global sobre microplásticos en los océanos. Está trabajando con tres estudiantes de Argentina, Japón y Sudáfrica. Hoy tienen una sesión inmersiva en realidad aumentada con Dreamscape para ver cómo los residuos afectan la vida marina en tiempo real.
Dreamscape Learn es una innovadora plataforma educativa que fusiona la narrativa cinematográfica con la tecnología inmersiva para transformar la forma en que se enseña y se aprende. A través de experiencias interactivas basadas en storytelling, los estudiantes son transportados a mundos virtuales donde resuelven problemas reales dentro de contextos narrativos envolventes. Esta metodología no solo capta la atención y despierta la curiosidad, sino que también fortalece habilidades clave como el pensamiento crítico, la colaboración y la toma de decisiones, logrando una conexión emocional con el contenido que favorece un aprendizaje más profundo y duradero.
A las 9:00, se conecta a través de sus gafas AR de Labster a una simulación donde “viaja” al fondo del mar. Allí, con IA integrada, puede conversar con científicos simulados, plantear hipótesis y probar soluciones, como nuevos materiales biodegradables.
Luego, en lugar de un examen, graba un vídeo explicando su propuesta de solución. Su profesora humana, que la acompaña como mentora, le da retroalimentación emocional y académica. La IA también analiza el vídeo y sugiere mejoras basadas en pensamiento crítico, claridad y fuentes utilizadas.
A media tarde, Luna asiste a una clase de ética digital, donde discute con su grupo las implicaciones de crear inteligencia artificial con emociones. Termina el día programando un asistente ecológico para ayudar a personas mayores, desde la plataforma colaborativa Global Nomads, a reducir su consumo energético.
Un horizonte educativo al alcance de la mano
La historia de Luna, aunque ambientada en un aparente futuro, no es una fantasía distante, sino un reflejo de lo que ya está ocurriendo en nuestro presente. Las herramientas que marcaron su aprendizaje, como la inteligencia artificial adaptativa, la realidad aumentada, la realidad virtual y las plataformas de colaboración global no son ciencia ficción: existen hoy y están revolucionando la educación.
Plataformas como Dreamscape Learn combinan narrativas inmersivas con tecnología VR para fomentar el pensamiento crítico y la exploración activa. Labster permite a estudiantes de todo el mundo acceder a laboratorios virtuales donde experimentan sin riesgo ni limitaciones físicas. Global Nomads conecta a jóvenes de distintos contextos para promover el diálogo intercultural y la empatía global.
Lo que Luna vive es el horizonte educativo que tenemos al alcance de la mano. Esta historia es, en realidad, una invitación urgente: a innovar, a transformar las aulas y a preparar a las nuevas generaciones. No para el mundo que fue, sino para el mundo que ya está siendo.
Fuente: Guillermo José Navarro del Toro / theconversation.com