Las tecnologías de la Inteligencia Artificial que procesan lenguaje natural combinan herramientas computacionales y complejas formulaciones matemáticas para producir secuencias de palabras similares a las oraciones que los humanos usamos para comunicarnos. Tecnologías como ChatGPT son muy eficaces para entablar diálogos extensos con quienes las usan, pueden generar la sensación de seguridad en lo que afirman e incluso usar palabras que generalmente los humanos ligamos con las emociones. La decisión de colocar una palabra después otra es el resultado de esas formulaciones matemáticas, muy a diferencia de los humanos que entendemos el significado de cada palabra que usamos y tenemos valoraciones de orden intelectual, ético y emocional para construir un diálogo. Este tipo de herramientas se les conoce como IA generativa.
La primera reacción en la educación ha sido de temor. ¿Será que los estudiantes sin mucho esfuerzo van a resolver sus tareas, evitando el trabajo intelectual que buscamos fomentar en ellos cuando les asignamos un deber? ¿Qué pasa con los derechos de autor que los textos generados llevan implícitos?
Se anuncian desde ahora algunas herramientas que detectan si un texto fue creado usando este tipo de IA generativa y muy probablemente en el futuro aparecerán otras. También se anuncian mejoras en estos productos para que liguen la información que transmiten con las fuentes que usan, evitando la violación de los derechos de autor. Por supuesto llevará tiempo llegar a soluciones satisfactorias.
En productos como ChatGPT se ha invertido esfuerzo en evitar que generen contenidos sexistas, racistas, violentos o que pierdan el control generando contenidos falsos o completamente incoherentes. Pero los mismos creadores han dejado claro que hay todavía muchos retos por sortear en estos campos, al punto que algunos de estos productos han tenido que ser sacados del mercado por sus evidentes fallas.
Mirando estas innovaciones como oportunidad, los educadores podemos retomar preguntas del pasado sobre la manera de evaluar al estudiante. Si la IA generativa como ChatGPT puede redactar un texto coherente y con contenido válido sobre un tema, ya no será suficiente con pedir un escrito, será necesario ir más allá y desarrollar habilidades de verificación de fuentes, análisis de los contenidos y profundización en las afirmaciones que aparecen en los textos.
La educación personalizada es una vieja aspiración que con la aparición de la IA cobró fuerza. Los tutoriales de aprendizaje y los recomendadores de contenido se usan con alguna frecuencia, pero con limitaciones, en las plataformas educativas. La IA generativa es una oportunidad para crear más y mejores ambientes de aprendizaje personalizado y en diversos formatos: videos, imágenes y textos.
Si un profesor quiere explicar a sus alumnos qué es la célula y la quiere ligar con elementos del entorno cercano a los estudiantes, podrá recurrir a imágenes o videos creados con IA generativa para cumplir su cometido. Si lo que desea es enseñar a leer a algunos niños que tienen inclinaciones por ciertos temas, figuras o entornos, el maestro podrá generar textos para usarlos en el aula y entregar una versión personalizada a cada uno de sus alumnos del cuento de caperucita roja.
La otra pregunta que toma fuerza es qué tipo de habilidades debemos desarrollar en los alumnos para que saquen provecho de estas nuevas herramientas. Por ejemplo, cómo construir rápidamente un estado del arte sobre algún tema específico con ChatGPT, sin perder de vista que todo el texto generado debe ser verificado y profundizado por el alumno.
Por supuesto los profesores, al igual que todas las otras profesiones, debemos preguntarnos que nuevos conocimientos requerimos adquirir en pensamiento computacional y áreas afines que nos habiliten como ciudadanos digitales y nos permitan incorporar estas nuevas habilidades en nuestra actividad profesional. Esto nos permitirá pasar del temor y del deslumbramiento al efectivo aprovechamiento de estas innovaciones.
No se puede perder de vista que estas innovaciones hacen parte de la llamada economía digital, materializada en invenciones como la internet y la robótica, así como en la producción de grandes volúmenes de datos digitales. Todas estas realidades reclaman de los educadores y de la educación emprender sin demora una serie de transformaciones en la escuela, que permitan a los estudiantes de todos los niveles el desarrollo de habilidades de cara a las nuevas exigencias.
Fuente: John Freddy Duitama M. / alponiente.com
1 comentario
Es comprensible que haya preocupación en la educación sobre el uso de herramientas de IA generativa como ChatGPT en la realización de tareas escolares. Por un lado, estas herramientas pueden proporcionar a los estudiantes una forma rápida y fácil de generar texto, lo que puede reducir su motivación para realizar el trabajo intelectual necesario para comprender y escribir el material por sí mismos.
Por otro lado, existe la preocupación por los derechos de autor. Es importante que los estudiantes comprendan que el uso de herramientas de IA generativa para producir trabajos escritos que se presentan como propios puede constituir plagio, lo que puede tener graves consecuencias académicas y legales.
Sin embargo, también hay formas en que estas herramientas pueden ser utilizadas de manera constructiva en la educación. Por ejemplo, los profesores pueden utilizarlas para generar ejemplos de escritura o para proporcionar retroalimentación a los estudiantes sobre sus trabajos escritos. También pueden ser útiles para ayudar a los estudiantes que tienen dificultades con el lenguaje, proporcionándoles apoyo adicional para comprender y producir texto.
En resumen, es importante que la educación considere cuidadosamente cómo utilizar las herramientas de IA generativa como ChatGPT de manera efectiva y ética, al tiempo que se abordan las preocupaciones sobre el plagio y la reducción de la motivación intelectual de los estudiantes.