Aprender a hablar es un hito evolutivo fundamental para los seres humanos. Como bien dijo Jerome Bruner, prominente psicólogo del lenguaje del siglo XX, las prácticas lingüísticas que se desarrollan en el seno de la cultura son esenciales para el desarrollo del lenguaje.
La competencia lingüística se construye a través de una compleja red de interacciones basadas en palabras, gestos, miradas y movimientos corporales que las figuras de crianza tejemos alrededor de los niños. Ahora bien, ¿qué sucede cuando las pantallas, como la televisión y los dispositivos móviles, se vuelven parte integral de esas interacciones?
Cuando era solo la televisión
Desde los años 80 del pasado siglo, la proliferación de estudios acerca de la influencia de la televisión en el desarrollo del lenguaje refleja su impacto potencial. Sin embargo, estos estudios han arrojado conclusiones divergentes. Algunos sugieren que la televisión puede ser un obstáculo para el desarrollo del lenguaje, al primar los estímulos visuales frente a los lingüísticos, limitar la diversidad de vocabulario y provocar una disminución de interacciones lingüísticas naturales.
Por otro lado, hay quienes argumentan que la televisión puede ser una herramienta valiosa para el aprendizaje del lenguaje, al proporcionar nuevo vocabulario, captar la atención y facilitar conversaciones basadas en el contenido audiovisual con los adultos.
¿A partir de qué edad?
La Academia Americana de Pediatría aconseja no permitir la exposición a pantallas antes de los dos años. La exposición temprana a la televisión ha mostrado correlaciones preocupantes con el desarrollo cognitivo y lingüístico.
En este sentido, un estudio longitudinal de Zimmerman y Christakis halló que esta exposición en niños menores de dos años podría tener efectos negativos. Sin embargo, una revisión de los datos de este estudio mostró que estos efectos eran de magnitud insignificante, e incluso había algunos casos en los que la ausencia total de exposición a medios resultó en niveles inferiores de desarrollo lingüístico.
Cada vez más pantallas
Con el auge de teléfonos inteligentes, tabletas y videoconsolas en el siglo XXI, los niños tienen a su disposición una cantidad cada vez mayor de pantallas. Estos dispositivos no solo se han integrado en las prácticas humanas, sino que han transformado las formas de interacción, aprendizaje y enseñanza.
Es esencial considerar cómo se integran estas pantallas en las prácticas cotidianas de las familias y la escuela y determinar cuáles de estas prácticas pueden tener efectos positivos o negativos en el desarrollo lingüístico.
Menos interacción social
Existen datos que sustentan que un uso excesivo de pantallas puede impactar en las habilidades lingüísticas. Esto podría deberse a una disminución de la interacción social y la sustitución de estímulos de alta calidad por otros de menor valor para el desarrollo cognitivo y lingüístico.
Sin embargo, el efecto es pequeño y, además, no podemos determinar si estos resultados son debidos a que los niños con propensión a dificultades del lenguaje son expuestos con más frecuencia a las pantallas por la dificultad que supone la gestión de la comunicación con ellos o si estas dificultades son causadas por el tiempo de uso de los dispositivos móviles.
Nivel socioeconómico
Por otra parte, la calidad de la interacción entre adultos y niños también está condicionada por el nivel socioeconómico: los niños de hogares con un nivel socioeconómico inferior suelen mostrar habilidades lingüísticas y comunicativas menos desarrolladas en comparación con sus coetáneos de hogares de mayor nivel socioeconómico.
Este es un fenómeno que precede la era de las pantallas digitales. Asimismo, existen investigaciones que evidencian una mayor exposición a las pantallas en niños de niveles socioeconómicos más bajos.
En consecuencia, es relevante reflexionar si los retrasos en el desarrollo del lenguaje observados en ciertas poblaciones están asociados a la exposición a las pantallas o si se relacionan más con deficiencias en la interacción social que los dispositivos intentan compensar.
Potencial de aprendizaje
En contraste con las voces que se alzan sobre los efectos negativos de las pantallas, también existen estudios que han mostrado el potencial de los medios digitales para fomentar el aprendizaje. Por ejemplo, se ha demostrado que los robots sociales de asistencia pueden tener un efecto favorable en el desarrollo del lenguaje cuando emulan la lectura de cuentos dialógica, una de las actividades lingüísticas que se han mostrado más beneficiosas de manera natural.
Igualmente, los videojuegos de rol multijugador masivos en línea (MMORPG), como pueden ser Valorant, Pubg, LoL o Minecraft, han demostrado mejorar el dominio general del lenguaje y algunas habilidades lingüísticas específicas, como habilidades colaborativas y facilidad para la adquisición de una segunda lengua.
Maximizar beneficios
Por lo tanto, es crucial destacar que el impacto de las pantallas en el desarrollo del lenguaje infantil no es unidimensional, sino complejo y en él influyen multitud de factores como la cantidad de tiempo de exposición, la calidad del contenido y el nivel sociocultural de las familias.
El aprendizaje del lenguaje en la era digital se transforma como fenómeno cultural. El papel de las pantallas en este proceso es indudablemente significativo y merece ser estudiado de manera integral y crítica, con el fin de maximizar sus beneficios y minimizar sus posibles efectos adversos.
Fuente: Beatriz Martín del Campo / theconversation.com