Intentar dar el primer paso, para abandonar la trágica enseñanza tradicional, es el desafío. Enfrentar un duro camino de críticas, envidias y hasta llamados de atención por autoridades y compañeros, eso lo que enfrenta todo docente que decidió salir de la “zona de confort”. En muchos de los casos, hacer lo mismo de siempre, es la ley suprema casi en la mayoría de docentes.
La motivación a diario del docente, juega un papel importante para alcanzar las metas que se proponga. Sin embargo, se desvanece cuando el resto de docentes, quizá hagan sus actividades innovadoras en el aula o no realicen nada, reciban el mismo estímulo o reconocimiento de quienes sí lo hicieron de verdad.
Por qué, mal vistos
El simple hecho de no tomar largos y tediosos exámenes en papel o el mandar a imprimir extensos “manuales o guías” en su gran mayoría “copia y pega” del internet, entre otras. Es decir mal visto, porque se utiliza para las anteriores actividades entornos pedagógicos activos (aulas virtuales de aprendizaje), que por años hemos sido participe de alguno de los cursos.
Mal visto porque el docente debe conocer primero como aprende el estudiante para implementar estrategias de aprendizaje, antes que una prueba diagnóstica de conocimiento al comienzo de un ciclo académico. Mal visto porque la planificación de clases, cambió de extensos temas, que a lo largo no se verán en clases por planificarlos por fecha, día y hora, de modo que el estudiante conocerá exactamente que aprende en las horas de clases.
Abandono de la zona de confort a innovador
Si bien es cierto, no hay una varita mágica que nos diga a los docentes, así se debe hacer o esta es la fórmula que debemos seguir. El fin es salir de la “zona de confort” y explorar territorios desconocidos, por supuesto nos ha de causar miedo a fracasar, inseguridad, entre otros pensamientos no alentadores, que lo buscan es quedarnos es el confort, alivio y para que preocuparnos.
Es decir, convertirse en docente innovador implica, que debe tener a más de conocimiento, experiencia de la práctica de su profesión, a su vez habilidad para proponer cambios, que ayude al estudiante “aprender a aprender”. De modo, que los estudiantes demuestren interés por nuestras clases y se involucren con la información que le proporcionamos, de esta forma sabrán para que sirve lo que están aprendiendo.
Ambiente innovador de aprendizaje
No es lo mismo recibir clases en un aula de pizarrón y marcador, que pizarrones digitales, internet y cuanta tecnología más. Este último resulta motivante, es como tener todo a nuestro favor, pero sin olvidar que el estudiante debe saber que de él depende el autoaprendizaje y no esperar que el docente todo explique. De forma, que fomente el pensamiento crítico y creativo, el trabajo en equipo mediante tareas colaborativas.
Todo cambio innovador que emprendamos, partirá del deseo y de las muchas ganas de aprender y sobe todo investigar las mejores prácticas innovadoras en el aula. Un docente motivado, es un docente innovador, que tome a la educación como un reto, no como una obligación.