La situación de la educación en el mundo actual, especialmente marcado por el fenómeno de la globalización, las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, se torna realmente compleja y plena de retos, no solo en su esencia formativa sino también en su accionar frente al aparato productivo y económico.
Ello, ha generado una serie de análisis, debates y estudios respecto a la educación en todos sus niveles y modalidades, las cuales conllevan una serie de posturas muy heterogéneas, polémicas y muchas veces hasta contradictorias.
Sin embargo, si hay un aspecto en el cual confluyen todos los sectores a nivel mundial, es en la necesidad de poner mayor énfasis en la calidad del servicio educativo, teniendo como eje principal los aprendizajes logrados por los estudiantes y al docente como facilitador o mediador de esos aprendizajes. Todo ello orientado a elevar el nivel de vida de nuestra sociedad globalizada.
En consonancia con estos requerimientos, en los últimos años el Perú ha puesto mayor atención al pensamiento crítico, como factor preponderante e insoslayable para lograr que los estudiantes desarrollen competencias que les permitan responder a las necesidades del mundo actual.
Desde esta perspectiva, debemos decir que es insoslayable que este proceso se dé desde las primeras etapas de aprendizaje, se potencie durante la enseñanza primaria y secundaria y se logre articular con la formación universitaria, con miras a responder a las necesidades del mercado laboral y conseguir un nivel más competitivo, tanto a nivel nacional como en el mercado internacional.
Ya lo dice la visión del PEN hacia el 2021, cuando se refiere a los estudiantes:
Todos desarrollan su potencial desde la primera infancia, acceden al mundo letrado, resuelven problemas, practican valores, saben seguir aprendiendo, se asumen ciudadanos con derechos y responsabilidades y contribuyen al desarrollo de sus comunidades y del país combinando el capital cultural y natural con los avances mundiales. (MINEDU, 2013, p. 3)
Desde esta perspectiva, las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) se convierten en un aliado imprescindible para los educadores, pues, su utilización permitirá el desarrollo de competencias, capacidades, habilidades y destrezas que pueden ser directamente aplicadas en el proceso formativo para estimular el pensamiento crítico.
Al respecto, Paul (2003) en RIED (2015), señala que el pensamiento crítico es “…desarrollar capacidades para identificar o formular problemas y resolverlos, evaluar información y usarla, probar ideas con base en criterios relevantes, reconocer sus propios juicios y ponerlos a la prueba de nuevos argumentos, comunicarse efectivamente con otros.” (p. 4)
Alcanzar este tipo de pensamiento implica algunas actividades como analizar, juzgar, criticar, evaluar, contrastar, comparar y valorar, acciones que los docentes deben tratar de desarrollar en sus sesiones de aprendizaje – enseñanza.
Qué mejor alternativa para lograr estas acciones que el uso y aplicación de las TIC, recursos ampliamente utilizados por los estudiantes en la actualidad para fines de entretenimiento y que se puede extender a las actividades de formación para educar de una forma ágil y divertida.
Muchas veces se tiene el temor de utilizar estas herramientas por diversos factores, entre los cuales resalta la escasa formación en el uso y aplicación de las TIC por parte de los docentes, especialmente aquellos que nos encontramos en una etapa de transición a esta nueva Sociedad del Conocimiento y de la Tecnología.
De ahí que se requiera de un intenso trabajo de Alfabetización Digital, actividad que según Lapeyre (2017) se define como la:
Práctica social que consiste en promover y desarrollar el desenvolvimiento eficaz, autónomo y pleno de personas y colectivos / instituciones en la gestión de sus actividades en los entornos virtuales provistos por las TIC, que conduce a la generación de entornos personales y colectivos / institucionales orientados al desarrollo humano y la participación plena en una sociedad del conocimiento. (p. 4)
En el caso de los estudiantes de esta época, cabe resaltar que son nativos digitales, pues, desde muy pequeños tienen acceso a diversas herramientas tecnológicas que aplican en diversas facetas de su vida, sin embargo, es preciso orientarlos y educarlos para darles un uso adecuado.
De ahí la relevancia de prepararnos en este tópico de estudio para incorporar estas herramientas como un medio que capte la atención y el interés de los estudiantes en cada sesión, fomentando, a su vez, el desarrollo de las habilidades tecnológicas para promover el pensamiento crítico.
En este sentido, es necesario hacer algunas precisiones respecto al pensamiento crítico, definido como “… ese modo de pensar – sobre cualquier tema, contenido o problema – en el cual el pensante mejora la calidad de su pensamiento al apoderarse de las estructuras inherentes del acto de pensar y al someterlas a estándares intelectuales” (Paul y Elder, 2003, p.4).
En esta misma línea, en la Guía para el Desarrollo del Pensamiento Crítico, elaborado por el Ministerio de Educación del Perú, se señala que el pensamiento enfatiza en
El manejo y el procesamiento de la información que se recibe incentivándonos a construir nuestro propio conocimiento y a la comprensión profunda y significativa del contenido del aprendizaje y lo que es aún más importante, la aplicación de esas facultades de procesamiento en las situaciones de la vida diaria. (MINEDU, 2008, p. 9).
Estos aspectos se consideran también en el Currículo Nacional 2017, con el objetivo de potenciar en los estudiantes el desarrollo de las competencias, capacidades y habilidades conducentes a lograr un óptimo desempeño del pensamiento crítico, a fin de desempeñarse de forma eficaz y eficiente en esta sociedad globlizada.
En el pensamiento crítico, debe haber, entonces, algo más que un listado de habilidades cognitivas. Los seres humanos son mucho más que máquinas pensantes. Y esto nos lleva nuevamente a considerar todas esas importantes actitudes que los expertos llamaron “disposiciones”. (Facione, 2007, p. 8)
Dichos criterios concuerdan plenamente con las características del pensamiento crítico que propone el MINEDU en su Guía del Pensamiento Crítico (2008), entre los cuales se menciona la agudeza perceptiva, el cuestionamiento permanente, la construcción y reconstrucción del saber, mente abierta, coraje intelectual, autorregulación, control emotivo y valoración justa.
De ahí la relevancia de lograr que el espacio destinado a la sesión de aprendizaje enseñanza reúna las condiciones necesarias para despertar el interés de los estudiantes y sus deseos de generar una actividad reflexiva, analítica y crítica. En este sentido el uso de herramientas digitales se convierte no solo en una valiosa opción sino en una exigencia para potenciar las sesiones de clase, alcanzar los objetivos establecidos para el proceso de enseñanza aprendizaje y estimular el pensamiento crítico.
BIBLIOGRAFÍA
Facione, P. (2007). Eduteka. Recuperado el 1 de junio de 2016, de http://www.eduteka.org/pdfdir/PensamientoCriticoFacione.pdf
MINEDU. (2008). Guía para el desarrollo del Pensamiento Crítico . Lima.
MINEDU. (2013). Rutas del aprendizaje para la educación básica regular. Lima: Ministerio de Educación.
Paul, R. &. Elder, L. (2003). Una mini-guía para el pensamiento crítico, conceptos y herramientas. Fundación para el pensamiento crítico.
RIED. (2015). Pensamiento crítico, un reto del docente del siglo XXI. Washington: Organización de los Estados Americanos.
Embajadora Digital en Perú, Mtra. Carmen Lourdes Arriola Castro