Esta tecnología inmersiva superpone el espacio real con el virtual y puede ser conocida por su uso recreativo, pero lo cierto es que ofrece ventajas en ámbitos como trabajo y educación que deberían aprovecharse más.
Hace unos años el videojuego “Pokémon GO” se hizo la obsesión de usuarios de todo el mundo, volviéndose cotidiano toparse en las calles chilenas y penquistas con personas o grupos en busca de criaturas virtuales en el mundo real. Quizá esa fue la primera y hasta la única relación con la realidad aumentada (RA), por lo que muchos la asocian a un fin meramente recreativo, pero lo cierto es que al servicio de ámbitos como el trabajo o educación puede marcar una enorme diferencia. Es que si las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han cambiado para siempre la forma en que las personas se relacionan entre sí y con el mundo es crucial saber aprovechar al máximo su potencial.
Mundo real y virtual
Junto a la realidad virtual, la RA es parte de las tecnologías inmersivas y, en palabras sencillas, “es cuando se combinan aspectos del mundo real con uno virtual”, explica Germán Domke, subgerente comercial de KTI Ingeniería de Concepción, donde ofrecen servicios de RA para la industria. “Así, elementos sintéticos, como objetos 3D, contenido multimedia o información de texto se superponen a imágenes del mundo real. Estos aumentan las posibilidades de interacción con el usuario”, precisa la doctora María Graciela Badilla, directora del Doctorado de Educación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) e investigadora del Centro de Investigación en Educación y Desarrollo (Ciede), que desde 2012 con los proyectos Fondecyt de Iniciación 11121532 y Fondecyt Regular 1191891 ha estudiado el impacto de integrar estas tecnologías en educación escolar y universitaria.
Y de diversas maneras se hace realidad la realidad aumentada, empleándose soportes como smartphones, tabletas, auriculares o lentes. En los últimos se enfoca KTI Ingeniería, sobre lo que Domke cuenta que permiten tener distintas funciones como transmitir en tiempo real datos de la realidad con otros digitales. “Hay distintos casos de uso, pero los más populares son mantenimientos de maquinaria. Por ejemplo, si hay problemas con una máquina, un técnico en Concepción se puede poner lentes y conectarse con uno en otro país que también los use y puede explicar qué procedimientos seguir usando distintos recursos”, cuenta, lo que elimina necesidad de desplazamiento de especialistas y mejora velocidad de respuesta, ahorrando tiempo y recursos.
En la educación, la doctora Badilla ejemplifica que “el estudiantado puede sumergirse en diversos entornos como el sistema solar, el ecosistema marino, visitar un museo, una estación espacial de la Nasa en Marte o transportarse al interior de una célula”, por lo que cree que tecnologías como la RA “facilitan el aprendizaje de los estudiantes, porque les permite enfocarse en la importancia de la información, enriqueciéndola para hacerla más comprensible, ya que se pueden observar objetos desde diferentes puntos de vista, creando escenarios artificiales seguros como laboratorios y simuladores. Además, permite mejorar los materiales impresos con contenido adicional”.
Educación con RA en Chile
Opinión avalada por su trabajo.
En 2019 realizó un estudio con 60 escolares con y sin necesidades educativas especiales que integró la RA mediante una aplicación que permitió manipular moléculas 3D. Y sobre los resultados destaca que “estudiantes de cuarto medio obtuvieron logros académicos inmediatos significativos desde la prueba previa hasta la prueba posterior. Además, los contenidos se retuvieron hasta un mes después de la intervención”.
En 2019 también, junto a su equipo, diseñaron y validaron a Tinmer, instrumento aplicado a 231 estudiantes de séptimo y octavo básico de tres establecimientos de Concepción para saber cómo experimentan la tecnología inmersiva tras participar en una intervención educativa que abordó el contenido de las células con aplicaciones de RA que les permitieron interactuar con modelos 3D, observar desde distintas perspectivas las estructuras celulares en la palma de su mano o estar en un entorno que simulaba ser una célula humana. Entre las conclusiones resalta que los escolares pudieron “perder la noción del paso del tiempo, creer que el entorno y los objetos virtuales eran reales, sentir tranquilidad y concentración”.
A ello se suman múltiples estudios internacionales, entre los que menciona uno que reveló que estudiantes de secundaria valoraron que la RA los vuelve protagonistas de sus aprendizajes, otro halló que estudiantes de medicina que aprendieron contenidos de anatomía con RA tuvieron más éxito académico y cargas cognitivas más bajas versus quienes aprendieron con métodos tradicionales y uno evidenció que la tecnología facilitó la interacción en estudiantes con autismo.
Al respecto, Badilla reconoce que falta avanzar en intervenciones en contextos educativos reales en Chile, pero que la evidencia ya muestra el aporte que las tecnologías inmersivas tienen en los procesos de enseñanza-aprendizaje y que si bien hay docentes que lo están sabiendo aprovechar para favorecer a los alumnos “su integración a las aulas en Chile es reciente y escaso”, plantea como realidad que se debe y puede cambiar, ya que destaca que además de la amplitud de temas que se pueden abordar y formas de hacerlo, son tecnologías accesibles al sólo necesitarse un dispositivo móvil y que hay herramientas para crear modelos 3D gratuitas en Apple Store y Google Play.
Fuente: diarioconcepcion.cl